Esta localidad celebra hoy  50 años de cantonización y sus pobladores piden más obras.

En Samborondón destacan los contrastes.  Hay calles de primer orden pero también de tierra, un nuevo malecón y a pocos metros un reguero de comerciantes informales,  aceras adecentadas y otras descuidadas, urbanizaciones de fina arquitectura en la parroquia La Puntilla e invasiones en  barrios apartados de la cabecera cantonal y la parroquia Tarifa.

Con esas dos caras llega hoy esta localidad, situada a 32   km  de Guayaquil, a sus 50 años de cantonización.

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En las calles de la cabecera cantonal se centra el ambiente de fiesta. Los balcones engalanados con los colores amarillo y verde de la bandera del cantón y uno que otro ‘amanecido’ caminaba el miércoles pasado por las calles con botella en mano para brindar de vez en cuando con un “viva mi pueblo, carajo”.

Este ambiente, en cambio, no se percibe en La Puntilla. En sus exclusivas residencias no se  flamea ese estandarte, aunque el alcalde José Yúnez Parra (PSC) se esmera en decir que ya se ve una mayor integración.

Pone como ejemplo el homenaje que el martes pasado rindieron   alumnos de los colegios de esta zona en el coliseo central de Samborondón. Allí hubo cantos, poemas y  bailes folclóricos, observados por educandos de  planteles fiscales de la cabecera cantonal y de particulares como Nuevo Mundo, Liceo Panamericano, La Moderna y otros.

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El Coco, como se conoce al Alcalde, cumple su tercer periodo al frente del Cabildo.
Está consciente de los contrastes y aspira  terminar  con aquellos que afean al cantón. Reconoce que “falta mucho por hacer” y pide para ello el apoyo del Gobierno y la ciudadanía.

Es un proceso que avanza de a poco, dice. Lo más importante -señala- es que se está levantando la autoestima de los habitantes y posicionando la marca Samborondón como sinónimo de progreso. Aunque no desconoce que en gran parte  se debe al desarrollo  que le dieron las urbanizaciones de La Puntilla.

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Uno de los contrastes más notorios de la cabecera se da en el malecón, donde se concentra la actividad comercial. Actualmente se construye la cuarta fase de ocho en total del nuevo malecón, que incluye  cascada artificial, plazoleta y patio de comidas con un mirador turístico, pero el desorden está a pocos metros. En ese lugar se confunden olores con  maderas retorcidas, plásticos y planchas de zinc de los puestos donde se exhiben carnes, pescados, aves, sacos de arroz y otros productos.

Los comerciantes, como Eusebio Ladines, saben que sus puestos obstruyen la vista del río Babahoyo que baña sus orillas, por eso esperan que pronto se edifique un mercado.

El antiguo centro de abastos  fue derribado porque su estructura estaba obsoleta, pero  ya está el terreno adecentado donde se levantará el nuevo. La firma para iniciar estos trabajos la anuncia hoy  Yúnez durante la sesión solemne del Municipio. La obra, con sus vías de acceso, costará  650 mil dólares, según la Alcaldía.

En el centro de la urbe el cemento reemplazó al polvo de las calles y el agua y alcantarillado llega a las casas, pero en barrios como El Salvador, Quince de Julio, Los Piñuelos y José Yúnez aún esperan por la obra municipal. En esos lugares los habitantes piden con ‘urgencia’ relleno, pues en época de invierno “nos venimos a pique (se inundan)”, como dice Jesús Loor, un manabita que habita en El Salvador y que llegó a Samborondón hace cinco años con la esperanza de un mejor futuro para sus cuatro hijos.

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El Cabildo tiene planeado hacer en esa zona las conexiones para el agua (obra que  se ejecuta en su primera fase) y luego se llevará el relleno.

Los moradores esperan que las promesas que se anuncian se concreten en obras, pues ya no quieren contrastes en su pueblo.

HISTORIA

CANTONIZACIÓN
Samborondón era parte de Guayaquil. En 1777 se la designó parroquia hasta que logró la cantonización en 1955. El impulsor fue el coronel José Lino López Romero, jefe del Cuerpo de Bomberos.

ORIGEN DEL NOMBRE
Según un estudio del padre Luis Arias, el paraje pertenecía al  español Fermín de Asaín, que tenía a  su cargo un esclavo negro llamado Bartolomé Samborondón. Otra hipótesis indica que Samborondón tiene su origen en las palabras Sambo, por el origen racial del criado Bartolomé; y Rendón, por su apellido.