Para muchos expertos políticos, 2005 es un año virtualmente perdido para el Partido Republicano del presidente George W. Bush y una oportunidad de recuperación para los demócratas, que están en minoría en el Congreso.

Casi un año después de su reelección, el presidente estadounidense George W. Bush, debilitado y con una popularidad que cae en picada, está inmerso en problemas que se agravaron al enfrentar duros reveses esta semana.

El número de militares estadounidenses muertos en Iraq llegó el pasado martes al temido límite de los 2.000; el jueves, la asesora legal de Bush, Harriet Miers, retiró su candidatura a la Corte Suprema; y el fiscal especial, Patrick Fitzgerald, inculpó el viernes al jefe de personal del vicepresidente Dick Cheney, Lawrence Libby, por filtrar el nombre de una agente secreta de la CIA.

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Además la gestión gubernamental de atención a los afectados por el huracán Wilma en Florida recibió duras críticas, al igual que ocurrió con el Katrina en Nueva Orleans.

En enero pasado, un presidente Bush imparable tras un primer mandato en el que logró casi todo lo que se propuso: recortes de impuestos, más gasto militar y la invasión de Afganistán e Iraq, prometió usar el “capital político” ganado en su reelección para conseguir más de sus objetivos políticos.

Pero este año su gobierno ha visto cómo muchos republicanos se han unido a los críticos, antes solo demócratas, particularmente por la respuesta al Katrina y la conformación de la Corte Suprema.

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Además los elevados precios de la gasolina, los costos de la reconstrucción de zonas afectadas por huracanes, la guerra de Iraq y la declinación de la confianza de los consumidores han ensombrecido el panorama económico.

Por si no fuera suficiente, las críticas arrecian también en el campo de la política internacional y Bush viajará los próximos días a la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata, Argentina, no solo debilitado por sus problemas internos sino también con el difícil propósito de mejorar su imagen en la región.

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“Bush llega a Mar del Plata muy debilitado políticamente”, explicó Michael Shifter, del Diálogo Interamericano, asegurando que “no está en un buen momento para dedicar el esfuerzo necesario para comprometerse realmente con la región y empezar a reconstruir una relación deteriorada en los últimos años”.

“La aprobación de Estados Unidos se ha debilitado en los sondeos en los últimos años, en parte por la guerra en Iraq”, admitió Peter Deshazo, ex número dos del Departamento de Estado para América Latina bajo el primer mandato de Bush.

Repetir errores
Durante su primer periodo, el presidente George W. Bush luchó por evitar repetir los errores de su padre, George H. Bush. Sin embargo, menos de un año después de haber conseguido la reelección que no logró su progenitor, el hijo enfrenta problemas similares.

“George W. Bush siempre quiso ser como Ronald Reagan y no como su padre”, afirma el historiador presidencial Thomas Cronin, de la Universidad de Colorado.

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En ambos casos los conservadores se han rebelado, las encuestas lo ubican en el sótano de la opinión pública, el malestar por la economía aumenta y altos funcionarios de la Casa Blanca son objeto de investigaciones y críticas.

Ambos presidentes recibieron tasas de aprobación que superaron el 80%, pero luego vieron cómo esas tasas se desplomaban.

El respaldo de Bush padre cayó por debajo del 30% a mediados de 1992. Y el respaldo al actual ocupante de la Casa Blanca declinó a un 39% en una encuesta de AP-Ipsos realizada hace dos semanas, la más baja desde que asumió la presidencia en el 2001.

42% DE APROBACIÓN
a la gestión de Bush se da en los estadounidenses, según un sondeo de Gallup difundido el pasado miércoles por USA Today y la cadena CNN, que demuestra que el mandatario continúa cayendo en los sondeos y arrastra a los republicanos en esa caída.

55% VOTARÍA
por un candidato demócrata si las elecciones se realizaran hoy y el aspirante republicano fuera George W. Bush, señaló la misma encuesta realizada por Gallup, bajo el auspicio de la CNN y el diario USA Today.