Estamos seguros de que la justicia de Chile sabrá dar un veredicto apropiado en este caso, que actualiza un viejo debate en nuestro país: la falta de una legislación moderna, que evite o castigue la falta de profesionalismo que ocasionalmente se observa en la relación médico-paciente.

Debido a la demagogia  que suele rondar en el Congreso, los organismos médicos han tenido un comprensible temor de que se desarrolle la legislación respectiva. Si en general resulta complicado discernir entre el inevitable error humano y la negligencia criminal, mucho peor sería si las leyes correspondientes no tuviesen fundamentos serios.

Pero por otro lado, cada día es más evidente el deterioro que eso ha ocasionado en los derechos de los pacientes. La cirugía plástica lo corrobora. Abundan en ese campo las noticias de pacientes cruelmente estafados por malos profesionales y también por gente que ejerce sin un título que lo respalde.

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El tiempo corre y la necesidad de abordar este problema fundamental se acentúa: enfrentémoslo entonces con prudencia y seriedad.