Mahmoud Ahmadineyad volvió a enfrentar ayer a Israel  y además desafió a Estados Unidos.

El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenó ayer las declaraciones del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, en las que instó a “borrar del mapa” a Israel.

EE.UU. y otros países también condenaron las expresiones del presidente iraní, quien instó a una nueva oleada de enfrentamientos en Palestina y una agitación en el mundo islámico para lograr la meta de “borrar a Israel del mapa”.

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El Consejo recordó que, “según la Carta de la ONU, todos los miembros deben abstenerse de amenazar o usar la fuerza contra cualquier Estado”.

El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), condenó ayer las declaraciones del presidente de Irán, Mahmoud  Ahmadineyad, en las que exhortaba a “borrar del mapa a Israel”.

“El Consejo de Seguridad condena los comentarios sobre Israel atribuidos a  Mahmud Ahmadineyad, presidente de la República Islámica de Irán”, según una  declaración que fue leída por el presidente del organismo para este mes, el embajador rumano Mihnea Motoc.

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Los miembros del Consejo expresaron su apoyo a la declaración del  secretario general de la ONU, Kofi Annan, quien el pasado jueves manifestó que “según  la Carta de las Naciones Unidas, todos los miembros se comprometieron a no  recurrir a las amenazas o a la fuerza contra la integridad territorial o a la  independencia política de un Estado”.

Israel había exigido ayer una reunión de urgencia  del Consejo de Seguridad señalando que “este país (Irán), o deja de hacer llamamientos a la destrucción de Israel, que  constituyen una violación de la carta de las Naciones Unidas, o se encontrará aislado en el seno de la comunidad de las Naciones”.

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Marcha en Irán
El presidente iraní desafió de nuevo a la comunidad internacional ayer al afirmar que su llamado a “borrar del mapa” a Israel es “correcto y  justo” durante una marcha en la que decenas de miles de iraníes gritaban en las calles consignas  antiisraelíes y de apoyo a Ahmadineyad.

El mandatario dijo que sus palabras pronunciadas el miércoles durante el seminario ‘El mundo sin sionismo’, habían sido “correctas y justas” y desestimó las condenas a sus declaraciones.

Ahmadineyad caminó brevemente entre la multitud que se manifestaba en apoyo a sus comentarios sobre que el mundo islámico no podría tolerar al Estado judío en su tierra y dijo que las críticas de Occidente no tendrían peso.

“Mis palabras son las palabras de las naciones iraníes”, dijo el presidente a la agencia oficial de noticias, IRNA.

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La marcha formó parte de las llamadas Protestas de al-Quds o Jerusalén, que se iniciaron en 1979 cuando los clérigos musulmanes chiitas tomaron el poder en Irán y que se celebran anualmente en apoyo al pueblo palestino, el último viernes del Ramadán, mes sagrado musulmán.

Además de la capital, Teherán, manifestantes se congregaron en otras ciudades del país llevando pancartas que rezaban “Muerte a Israel” y  “Muerte a Estados Unidos”.

Teherán no parece haber previsto la indignación internacional por las  palabras de su  Presidente y su diplomacia intenta limitar las repercusiones, en un  delicado ejercicio para hacer entender que la política exterior iraní no ha cambiado, sin que se ponga en evidencia a Ahmadineyad.

El canciller iraní Manoucher Mottaki defendió las declaraciones del mandatario, señalando que representaban la política oficial, que no reconoce al Estado de Israel.

Sin embargo, la embajada iraní en Moscú buscó suavizar el efecto de los comentarios de Ahmadineyad, un elocuente ex alcalde de Teherán con escasa experiencia diplomática, que llegó al poder el año pasado gracias al fuerte apoyo que recibió de los pobres.

“El señor Ahmadineyad no tuvo intención alguna de hablar en términos tan duros y entrar en un conflicto”, dijo la embajada en un comunicado, la primera reacción oficial a la indignación occidental.

Marchas similares se realizaron en varios países árabes como Pakistán y Líbano en donde participaron seis mil milicianos del grupo chiita libanés Hezbolá por las calles de Beirut, en un desafío a la comunidad internacional, que exige su desarme.