Me parece muy inteligente la acción de asociaciones protectoras de animales de recoger firmas como protesta por la mal llamada “fiesta taurina”. Yo soy una de las personas que firmará con mucho gusto al igual que mi hijo de 11 años que ya me pidió que lo lleve para también firmar, ya que le he inculcado el amor por los animales.

No estamos de acuerdo que se vaya a disfrutar con el sufrimiento y tortura de un ser indefenso.

Ingrid Elizabeth Ponce López
Guayaquil

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Sin temor a equivocarme, represento el criterio de miles de guayaquileños que defendemos la no violencia con los animales, impulsados por la sensibilidad como virtud de todo ser racional.

La malhadada “feria taurina”  es un espectáculo  salvaje; más o menos un carnaval de sangre. Interés tienen organizadores o toreros, pues a costa de tan macabro espectáculo, hacen dinero.  Despiadado trato se  da a los toros antes de salir al ruedo y los obligan a actuar desesperados por todos los dolores a los que los someten, a fin de que el bufón del espectáculo no corra riesgos. Ordenanzas municipales no han abolido el capítulo V de la Junta de Orientación Ética de los espectáculos, que en su art. 37, especialmente en el inciso cuarto dice: “para limitar la difusión del uso de la violencia, y especialmente para que esta no sea presentada como atractivo o sirva para estimular o conmocionar al público. La Junta concienciará sobre la no conveniencia de presentar escenas de sangre o dolor por sufrimiento físico...”. ¿Y cómo no va a sentir dolor un animal torturado con un fierro introducido en su miembro reproductor, y con sus testículos golpeados con un mazo? Y como si no fuera suficiente, le cortan sus orejas y rabo, estando vivo.  Que esto no ocurra en nuestra ciudad.

Ab. Celeste Fuentes Mieles
Guayaquil

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“Fiesta Brava” llaman los adictos a las corridas de toros al destrozo de un animal. Tarde de “sangre y sol” también denominan a esa barbarie que denigra nuestra condición de seres vivientes superiores.

Retrata una radiografía: la psiquis morbosa de quienes sienten gozo ante el dolor y la muerte. Aceptar mansamente que se arme la “fiesta” para segar la vida de un bello animal,  nos haría sentir indignos de nuestra condición de humanos. Aficionados taurinos pretenden ridiculizar nuestra aversión a la “fiesta” preguntándonos si no comemos carne. No alcanzan a ver la diferencia entre el sacrificio controlado e indoloro de un animal para alimentar nuestra especie, y lo que ocurre en la tarde de la “fiesta” saturada de morbo y cobardía.

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Las manifestaciones en contra de la pretendida corrida de toros en Guayaquil me hacen sentir orgulloso de vivir en esta urbe cosmopolita, en la que no nací, pero que me acogió y me prestó su barro para moldear a mis hijos. No permitamos que Guayaquil en su mes más emblemático, termine manchada de sangre por la “fiesta bárbara”, que así debe ser llamada.

Ing. Raúl Ávila Moreno
Guayaquil