La creciente competencia del mercado textil chino y las nuevas exigencias de los clientes, ha ocasionado que varios negocios de confecciones  expandan su mercado. La mayoría de  estos locales lleva 20 años de trabajo.

Cuando Julio Bajaña dejó su trabajo de vendedor de ropa, a los 20 años de edad, para invertir 500 mil sucres (actualmente 20 dólares) en un pequeño negocio de confecciones, no imaginó el progreso que tendría su local dos décadas después.

Al principio, en su microempresa, la que asegura levantó solo, trabajaba exclusivamente en la elaboración de sábanas, camisas y toldos. Para ello, Bajaña invirtió en la compra de dos máquinas industriales que ubicó en su casa, en donde hacía las confecciones con ayuda de su familia.

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Y pese a  la competencia local, que comenzó a surgir a mediados de 1990  en el centro de Guayaquil, logró abrir otro taller de confecciones en la ciudad.

Bajaña cuenta con 22 máquinas industriales para la confección de más de 300 unidades, entre pantalones, camisas, sábanas, toldos y otras.

“Es duro mantenerse dentro de esta  actividad, aun así recibo ingresos promedio de tres mil dólares mensuales, y he cumplido más de 20 años en esto”, expresó.

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El local de confecciones de Lila Torres, en Escobedo y Luque (centro), se ha convertido en el lugar tradicional de muchas amas de casa en Guayaquil para elaborar cortinas y forros para cojines de almohadas.

Para entrar en el negocio, indicó que primero se tuvo que preparar en un centro de capacitación artesanal.

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De allí estableció su primer y único local con ayuda de su esposo con una inversión inicial en sucres que ya no recuerda.

Actualmente, Torres recibe cerca de cuatro clientes a diario, lo que le permite obtener una ganancia de $ 200 a la semana, que también utiliza para cubrir sus gastos.

En su local en el que lleva 20 años de trabajo, Torres comentó que cuenta con  tres empleados, una máquina manual y otra industrial.

“Tengo planes de abrir un segundo local, pero mis actuales obligaciones no me permiten hacerlo. Estoy pensando en hacer un préstamo en el banco, pero temo que no me lo den por las condiciones”, manifestó.

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La ola de accesorios y de prendas de vestir de origen chino obligó a Tito Campoverde a adquirir una máquina industrial especializada en la confección de pantalones jeans en su negocio.

Aun cuando  su fortaleza es la elaboración de toldos, sábanas y edredones, Campoverde indicó que los bajos costos de la mercadería textil china “es una razón muy fuerte para pensar en expandir la oferta de ropa a los clientes”.

Campoverde estableció su negocio de confecciones hace ocho años y añadió que invirtió lo que ahora serían 500 dólares para empezar.

“Mis ingresos no son tan grandes ($ 140 semanales), sin embargo, no quisiera que mi negocio se vea perjudicado por los nuevos productos de China, que nos llevan una gran ventaja por la mano de obra barata”, señaló.

Como otros microempresarios desea expandir su local, pero la falta de capital se los impide.

20 DÓLARES
Es el costo máximo que cobran los pequeños locales de confecciones por cada prenda. Se paga la mitad de la cantidad cuando se lleva material.

50 PEDIDOS
Aproximadamente tiene un taller de confecciones a la semana. Las cortinas y los pantalones son las prendas más demandadas.