Ilusiones rotas 11-M fue presentada ayer y se exhibirá en las salas comerciales desde el próximo viernes, en Madrid.

Cuatro historias de gente común truncadas por los atentados del 11 de marzo de 2004 conducen el relato de Ilusiones rotas 11-M, primera película mezcla de ficción y documental sobre los ataques contra cuatro  trenes suburbanos, presentada ayer en Madrid.

La guerra de Iraq, la acusación de que el régimen de Saddam Hussein tenía  armas de destrucción masiva y el apoyo del Gobierno conservador español de  José María Aznar a la estrategia bélica estadounidense, son el punto de partida  de este largometraje dirigido por Álex Quiroga, que el viernes próximo se estrenará en  salas comerciales de España.

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 La imagen del presidente estadounidense George W. Bush, el primer ministro británico Tony Blair y Aznar en el archipiélago de las Azores, el 16 de marzo  de 2003, lanzando un ultimátum al régimen iraquí, es el punto de partida de  esta cinta que juega entre el testimonio actuado y el documental.

Una empleada doméstica que quiere superarse, una mujer maltratada por su pareja que decide abandonar su casa para empezar una nueva vida, un inmigrante  marroquí que llega a España de forma ilegal en busca de un porvenir y un  estudiante de teatro que por fin obtiene un papel estelar, son los hilos  conductores de las cuatro historias que comienzan ocho meses antes de los ataques contra cuatro trenes que a primera hora del día iban repletos de obreros y estudiantes.

Ni denuncia ni política
La cinta dirigida por Quiroga, que asegura que no se trata de cine de denuncia ni político, busca “enfatizar la presencia testimonial del recuerdo  para no olvidar lo que ha pasado”, según el cineasta, que evita golpes bajos mostrando atroces imágenes de los atentados de Madrid que causaron 191 muertos y 1.900 heridos.

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Aunque por momentos las actuaciones son poco creíbles, la realidad de los  hechos se impone a la ficción.

Las velas y palabras de adiós que colmaron los días siguientes un memorial espontáneo en la estación de trenes de Atocha y las manifestaciones  que protagonizaron millones de españoles para rechazar el atentado, pero también para reclamar la verdad al gobierno de Aznar, que  insistía en privilegiar la pista del terrorismo de ETA, completan el aspecto  documental de esta cinta.

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Unas 40 personas participaron en la realización de la película que se llevó a cabo durante un año y fue grabada íntegramente en videodigital  de alta definición.