Barrios enteros y poblados costeros del occidente de Cuba, incluida la capital La Habana, quedaron ayer cubiertos por el agua al paso devastador del huracán Wilma, que causó las peores anegaciones de los últimos 28 años, aunque sin víctimas.

Hasta ayer el ciclón aún castigaba a La Habana y las provincias de Pinar del Río y norte de Matanzas, con fuertes vientos que alcanzaron los 130 kilómetros por hora y olas de cinco y seis metros, mientras el Instituto de Meteorología  de Cuba (IMC) anunció que las marejadas e inundaciones costeras se mantendrán hasta la madrugada de hoy, por lo que las autoridades agilizan las evacuaciones.

El pánico se apoderó de los 2,2 millones de habitantes de La Habana cuando vieron la noche del domingo que el mar empezó a desbordarse, inundó  las calles y sus viviendas, arrastró todo a su paso, en medio de la absoluta  oscuridad pues la capital se encuentra sin electricidad, que fue cortada para evitar accidentes.

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En el centro de la capital cubana los bomberos utilizaron lanchas para evacuar a las personas atrapadas.

En Centro Habana, una de las zonas más densamente pobladas y precarias de la capital, la gente navegaba por las calles en cámaras neumáticas de camión y balsas de madera como las utilizadas durante el éxodo de 1994 para cruzar el estrecho de  Florida.

Según residentes de La Habana, la violencia de la marea de ayer superó a la denominada Tormenta del Siglo, un frente del norte que inundó La Habana en marzo de 1993.