El control de calidad de los chalecos antibalas que utilizan los guardias de seguridad en Guayaquil depende exclusivamente de las compañías para las que trabajan.

Ninguna entidad militar, policial o gubernamental regula la inspección de esa prenda de protección porque no hay ley que así lo disponga, señalaron fuentes consultadas ayer por este Diario.

La calidad cuestionable de los chalecos que usan los celadores quedó en evidencia el pasado 14 de septiembre, cuando una bala traspasó la prenda que vestía Simón Vargas Ruiz, le impactó en el pecho y causó su muerte.

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El ataque a Vargas, de 23 años y guardia de Laar, una de las cuatro compañías de seguridad contratadas por la Cámara de Industrias, dentro del plan Más Seguridad de la Municipalidad de Guayaquil, ocurrió mientras vigilaba uno de los 40 sectores considerados críticos en la ciudad.

Basado en las pruebas que se han realizado en el cuartel del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), el jefe de esa unidad policial, mayor Lenín Bolaños, indicó que los chalecos antibalas que utilizan los guardias de seguridad no prestan las protecciones necesarias para el desarrollo de su labor de vigilancia.

Importadores de ropa de protección, como Jaime Zunino, sostienen que una empresa de seguridad no va a gastar más de 300 dólares por un chaleco importado para cada uno de sus guardias.

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Franklin Gallegos Avilés, presidente de la Asociación Nacional de Empresas de Seguridad Integral e Investigación (Anesi), coincidió ayer con esta opinión. “Muchas veces los empresarios de seguridad no podemos gastar más de 300 dólares que cuesta un chaleco extranjero”. Aunque, acotó, hay que ver opciones.
 
Comentó que él compra chalecos nacionales y les hace colocar una placa de acero de 8 mm, resistente a un calibre de 9, 38 y 44 mm, con un costo de 80 y 90 dólares.

Dijo que las 34 empresas que integran Anesi en Guayaquil manejan estándares y parámetros de control, pero que más de 300 empresas de seguridad en todo el país no acatan sus disposiciones. Entre ellas mencionó a Laar que está afiliada a Anesi en Quito.

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“Ninguna ley los obliga a que les revisen los chalecos, queda a criterio del gerente de la empresa de seguridad dar la protección debida a su personal”, añadió Gallegos.

El jefe del Departamento de Armas de la Segunda Zona Militar, teniente coronel Marco Peña, dijo ayer que además del permiso de armas, esta unidad autoriza el uniforme para los guardias.

Pero, aclaró que los chalecos no son parte del uniforme y por eso hay compañías que lo proporcionan a su personal y otras no. “Este tema no es responsabilidad del departamento de Armas ya que ellos mismos (las empresas de seguridad) lo regulan”, agregó.

Sin embargo, Peña consideró que este aspecto debería ser vigilado por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas  “toda vez de que de esa manera se garantiza la vida de un ciudadano (el guardia)”.

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El jefe militar se comprometió a sugerir al alto mando militar para que de ser necesario se haga una reforma a los reglamentos a fin de que se incluya esta disposición.

Mientras, Vladimir Torres, subdirector de la división de Riesgos del Trabajo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), indicó que a ellos les compete hacer las verificaciones de los chalecos antibalas de los trabajadores afiliados al IESS, pero que por tener poco personal no lo han realizado. No obstante, comentó que iniciarán las investigaciones respectivas.