El poeta esmeraldeño Antonio Preciado vino a Guayaquil el pasado jueves. Llegó con su nuevo libro, titulado De boca en boca, que lo presentó en un acto desarrollado en la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas, y con su portentosa voz, con la que declamó, también ese día, por más de media hora, los versos que constituyen su obra reciente y los que escribió en épocas pasadas.
La poeta guayaquileña Sonia Manzano fue la encargada de comentar este libro de Preciado, que salió a la luz con el sello de Ediciones Archipiélago y contiene un prólogo del escritor ambateño Jorge Enrique Adoum.
Luego de la intervención de Manzano, Preciado tomó la palabra. Lo primero que ofreció fue disculpas. Dijo que el grupo musical del Municipio de Esmeraldas, que se había anunciado para el acto, no pudo llegar, porque uno de los ejecutantes tenía a su madre enferma.
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Después de ello, fluyeron de la boca del poeta sus versos de antes y de ahora.
Entre los antiguos estuvieron Cándida y la metáfora y Yo y mi sombra. Ese que concluye con “sombra mía, no me falles jamás, yo soy tu cuerpo”, que arrancó entusiastas aplausos del numeroso público que se congregó en la Casa de la Cultura, para escuchar a Preciado en esa noche.
Cada poema era celebrado por todos, mientras la voz del poeta parecía inagotable. Surgía, con el paso de los minutos, más firme, más cálida. Sus versos hablaban de cotidianidades. De su cultura y de su forma de ser y pensar.
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La mayor parte del recital estuvo concentrada en los poemas de Boca en boca y para el final dejó uno que no estaba en el libro, pero que se lo inspiró un retrato suyo que consta en la solapa del volumen y que fue pintado por el artista Theo Constante.
El autor cerró la ceremonia con firma de libros y abrazos con amigos de toda la vida.