El español igualó ya los once títulos de Roger Federer esta temporada.

Rafael Nadal rugió como nunca, jugó fiel a su estilo, con garra y casta, y logró su primer título en pista cubierta, el cuarto Másters Series de la temporada y el undécimo título, con lo que igualó al suizo Roger Federer al imponerse en la final de Madrid al croata Ivan Ljubicic por 3-6, 2-6, 6-3, 6-4 y 7-6(3).

Era un día demasiado bonito como para que se tornara en decepción. Incluso las partituras de John Williams resonando al principio invitaban a ello. Nadal ya había superado en semifinales las 77 victorias de Roger Federer esta temporada (ahora cuenta con 79), y necesitaba un título más para igualar sus cuatro Másters Series (Montecarlo, Roma y Montreal) y los 11 títulos que el helvético lleva ya en su bolsillo.

Madrid era la cita indicada para todo ello, y para convertirse en el segundo español ganador (Juan Carlos Ferrero ganó en el 2003). Y lo logró en tres horas y 51 minutos. Nadal quería, además, refrendar la credibilidad de su juego: le faltaba ganar en pista cubierta, y Madrid fue su particular prueba de fuego, superada al fin.

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Su victoria fue a su manera, a lo Nadal. No tan agónica y épica como la de la final de Roma ante el argentino Guillermo Coria, de cinco horas y cuarto de duración, pero igual de emotiva o quizás más, porque visto los dos primeros sets en los que Ljubicic soltó su magia, apareció el zurdo español más conocido para cambiar un signo que parecía maldito.

El español prosigue así su racha. Lleva nueve finales ganadas desde que perdió contra el extraordinario suizo Roger Federer en Miami (estuvo a dos puntos de la victoria), y se acerca al sueco Mats Wilander, el último jovencito que encadenó mayor número de victorias seguidas, 82 en 1983. Su terrorífica temporada parece no tener fin, salvo que Federer decida lo contrario.