El terreno de la zona tiene una elevada capacidad de retención de agua, como pocas en el mundo.

Promocionar la diversidad de los recursos naturales de la isla Santay es lo que persigue el proyecto de desarrollo turístico, que se ejecuta en esta reserva y que coordina la Fundación Malecón 2000.

Desde hace tres meses se realizan viajes turísticos a la isla, ubicada a 20 minutos aproximadamente, en lancha, desde Guayaquil.

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La diversidad de la flora y la fauna atraen al visitante que puede apreciar durante el recorrido a osos hormigueros, mariposas multicolores o aves como el pelícano o fragata.

La isla, de 2.200 hectáreas, no posee muelle y los senderos aún están sin adecuación, pero esto no es impedimento para los turistas que se maravillan con el recorrido por senderos rústicos en medio de una extensa vegetación.

El silencio es protagonista en el ambiente de la isla Santay. Se descubre a cada paso e invita a respetarlo, a limitarse a observar... a respirar.

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Al parecer el lugar tiene “un aire diferente” y un “no sé qué” que motiva a olvidar la cotidianidad y la rutina. Al menos así opinan quienes llegan a la isla por primera vez. La sensación no se pierde.

La especial y extensa vegetación es lo primero que llama la atención y genera reacciones: “Parece mentira que exista un lugar así tan cerca de Guayaquil”, comenta con evidente sorpresa un turista, luego de recorrer una parte de la isla de 2.200 hectáreas.

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Esa frase tiene coherencia si se compara la tranquilidad que presenta la Santay  y lo agitado que puede ser una jornada en la ciudad más poblada y comercial del país.

Esa comparación es la base del proyecto de desarrollo ecoturístico que se ejecuta en la isla y que coordina la fundación Malecón 2000.

Este plan busca promocionar la diversidad de los recursos naturales del sector, donde hay una flora y fauna muy especial. La vegetación es extensa y entre los animales que habitan allí constan el oso hormiguero, mapache, osito lavador, cuchucho, perro de agua, comadreja andina y ocelote.

A la lista se suman mariposas multicolores y aves como la fragata, pelícano, pato real, pato silvestre, águila tijereta, gavilán manglero, entre otros.

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Atractivos como estos son admirados por los turistas que visitan frecuentemente la zona desde hace tres meses, cuando empezaron a organizarse paseos hacia la isla.

Un poco más de 20 minutos viajando por el río en lancha, separan a Guayaquil de Santay. Durante el recorrido los turistas pueden observar a Guayaquil desde otra perspectiva, mientras un guía da información histórica sobre la ciudad.

A pesar de no contar con un muelle, el arribo a la reserva no es un problema. Los conductores de la embarcación ayudan a los visitantes en el descenso que a los niños les resulta muy divertido.

Pero no solo eso. La emoción está en el sendero, que se recorre en aproximadamente una hora y donde se observan las especies de la zona.

Si se guarda silencio es posible escuchar claramente el sonido que emiten los animales que hay en el humedal. El paso por rústicos puentes da otro toque de adrenalina a la excursión. Algo que para los aficionados al ecoturismo, “es indescriptible”.

Aunque los senderos aún están en adecuación, los turistas no tienen dificultades para “introducirse en la isla”, que en época de aguaje demuestra toda su característica de humedal: El terreno se llena de agua, lo que para muchos vuelve más atractivo el lugar.

Los santayleños confían en que la promoción dé resultados, mientras los visitantes se encargan de contar a otros las bondades de la isla.