Nápoles quiere bailar
El escritor argentino Jorge Luis Borges decía que a un poeta le basta un buen poema para ser recordado toda la vida. Gustavo Nápoles hizo cuatro buenos versos (futbolísticamente hablando) la tarde del domingo 1 de junio de 1997, cuando Guadalajara triunfó 6–1 ante Toros Neza.
El Gusano, como lo conocen en México, fue héroe de ese triunfo recordado como un poema por los hinchas de las chivas rayadas. Marcó y celebró cuatro goles a los 50, 55, 74 y 82 minutos. Nunca olvidará esa final que marcó su vida.
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Tampoco la hinchada de Guadalajara, que no ha vuelto a dar una vuelta olímpica desde aquella vez. El recuerdo del Gusano todavía está presente en las conversaciones que se registran en página electrónica de las chivas (www.chivasrayadas.com.mx).
Nápoles nació en Monterrey, Nuevo León, hace 32 años. Se inició como jugador en Tigres y tiene una larga trayectoria en el fútbol mexicano donde vistió las camisetas de Atlante, América, Celaya y Puebla. Estuvo un tiempo sin jugar y recibió una llamada de Ecuador para reforzar a Espoli, durante el Torneo Clausura.
Buscando nuevas experiencias deportivas aceptó la oferta del equipo policial. Comparte siempre con sus compañeros de equipo, los también mexicanos Guillermo Maciel y Jairo Ugalde.
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Dice que en sus tiempos libres escucha música grupera mexicana y baila. Esas aficiones influyeron en su manera de celebrar los goles, haciendo “el paso del gusano”, su marca personal en el fútbol.
Aunque extraña el chile y las tortillas de maíz, con ilusión y el apoyo de su esposa Berenice, sus hijos Gustavo y Mishell, confía que volverán triunfos como el de aquella tarde con las chivas.