Vendedores admiten falencias en los chalecos antibalas de fabricación nacional. Guardias de seguridad dicen que deben trabajar con lo que les dan.
 
El alto costo de los chalecos antibalas importados frente al bajo precio de los de fabricación nacional es la razón por la que ciertas compañías de seguridad utilizan los segundos; aunque no cumplan las normas establecidas para estos equipos.

Así lo sostiene John Garaycoa, gerente de la empresa Mac Security, una de las cuatro que vigilan los 40 puntos considerados críticos. Un guardia de la empresa Laar murió el pasado 14 de septiembre, cuando un disparo atravesó su chaleco fabricado en el país.

La muerte de un guardia de seguridad de la empresa Laar, ocurrida el pasado 14 de septiembre, por un impacto de bala en el pecho pese a que llevaba puesto un chaleco antibalas, reavivó las dudas sobre la calidad de las prendas que usan los celadores de las empresas de seguridad que hay en Guayaquil.

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Simón Vargas Ruiz, de 23 años, murió por un disparo que le comprometió el corazón y uno de sus pulmones cuando fue atacado por desconocidos, mientras vigilaba uno de los 40 sectores considerados críticos en la ciudad, dentro del plan de seguridad del Municipio y la Cámara de Industrias.

La diferencia entre los materiales que se utilizan para la confección de los chalecos importados y los que se elaboran en el mercado local es la principal polémica porque los segundos no cumplen las normas del Instituto Nacional de Justicia (NIJ, por sus siglas en inglés), ente regulador internacional de la fabricación de estas prendas.

John Garaycoa, gerente de la empresa Mac Security, una de las cuatro que vigilan los 40 puntos al igual que Laar para la cual laboraba Vargas, afirma que el alto costo de los chalecos importados es la razón por la que no se les proporciona solo de este tipo a los guardias, sino que también se les entrega de los nacionales.

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“Acá (Mac Security) usamos los del tipo IIIA y de fabricación nacional. No en todo puesto se puede poner un chaleco de kevlar o nivel IIIA por el elevado costo”, aseveró.

Garaycoa especificó que en la elección de estas prendas prevalecen los precios y ya que los nacionales son más baratos también se los utiliza. “Nosotros (Mac Security) usamos chalecos IIIA para operativos, custodias de blindados y bancos, y en los 40 puntos críticos, pero en otros de menor riesgo como domicilios, se usan los nacionales”, agregó.

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Jaime Zunino, dueño de la importadora del mismo apellido y que comercializa armas de fuego y chalecos antibalas, coincidió con Garaycoa. “Un ejecutivo de una empresa no va a gastar más de 300 dólares por un chaleco para cada uno de los guardias”, sostuvo.

Otro importador, quien pidió que no se lo identificara, señaló que “las compañías que compran los chalecos antibalas prefieren adquirir las prendas que nosotros expendemos por el bajo costo”.

En el mercado los precios de los chalecos antibalas hechos en talleres artesanales van desde los 18 dólares hasta los 30 dólares, mientras que los importados varian los costos de acuerdo al nivel de protección que ofrece la prenda. “Gente viene a ofrecernos los chalecos al local y según los pedidos, los mandamos a confeccionar”, indicó.

Estas prendas son elaboradas con lona sintética y cuentan con dos bolsillos en las partes delantera y trasera para una fina placa de metal, de 23 x 28 centímetros, y no protegen los hombros ni la parte lateral del cuerpo del portador.

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En cambio, los chalecos importados están hechos de un material blindado, denominado Kevlar, y cubren hombros, tórax, abdomen y lados izquierdo y derecho de la persona que los usa. Son producidos en diferentes tallas y protegen de proyectiles de distintos calibres, según lo exige la NIJ.

Celadores consultados, quienes se negaron a identificarse por temor a ser despedidos, dijeron que deben aceptar los materiales que les entregan las compañías de seguridad.