Con la rebeldía de un ciudadano nacionalista que obviamente adora a su patria, expreso mi profundo rechazo a la actitud cobarde y abusiva de un grupo de uniformados de Colombia, que haciendo gala de un total irrespeto a las normas de consideración a la cultura ancestral de un pueblo, ejemplo de América Latina, procedió a cortar los moños a unos  jóvenes otavaleños.

Recuerdo que una ocasión en la terminal aérea de París (Francia) encontramos a unos  otavaleños que vestían la indumentaria característica, sus moños ancestrales, y expendían los famosos tejidos; cuánto orgullo sentimos los marinos ecuatorianos que veníamos de realizar   un curso de hombres rana en Italia; en otra ocasión en el aeropuerto El Galeón en la isla del Gobernador, en Río de Janeiro (Brasil), se encontraba  otro grupo de nuestros hermanos, cual embajadores itinerantes mostrando  sus artesanías.

Me pregunto: ¿Ese grupo de uniformados sabe diferenciar lo que es un objetivo militar y lo que significa la población civil?, ¿por qué esas mismas tijeras que utilizaron para ofender la dignidad de un grupo de jóvenes inocentes, orgullo de un pueblo, no las emplean para cortar las barbas y el cabello a sus guerrilleros de las FARC?

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En Ecuador, miles de ciudadanos de Colombia que huyen de la violencia en su país reciben nuestro amparo y la absoluta libertad para efectuar  diversas actividades sin ser molestados.

 (SGP IM (SP) Franklin Alvarado Acosta
Guayaquil