En Cable Deportes (“deporte y entretenimiento”) se produce esta conversación lamentablemente real y nocturna:

XP: … Es más, me hubiera gustado comenzar a hacer TV ahora.

FP: Claro, ahora hay mucha producción nacional… TC... ¿Nosotros somos los productores del futuro?

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XP: No, nosotros vamos a ser los gerentes del futuro.  

FP: (Risas de satisfacción).

XP, Xavier Pimentel, productor de ‘Solteros sin compromiso’, la serie cuyos recursos  humorísticos es el abundante consumo de marihuana, un peluquero afeminado y homosexual, y el racismo. Es decir, toda una oda a la TV de calidad. FP, Francisco Pinoargoti, el director de los ‘Buenos muchachos’, el programa que te “pone la mano” y emprende en campañas de difamación y desprestigios contra personajes públicos que no son de su agrado. Pimentel y Pinoargoti, los gerentes de TV del futuro… ¡Qué el cielo nos proteja!

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O mejor aún, que algún novelista de ciencia ficción o guionista de cómic recoja tal idea para un relato situado en un futuro postapocalíptico, de esos que cuando se trasladan a la pantalla generalmente se inician con la fórmula: “La Tierra fue destruida en el 2010 por una guerra nuclear. Los pocos sobrevivientes están a merced de hordas bajo los escombros”, etcétera.

Pero en serio,  la pretensión de Pimentel –que hizo brillar los ojos de Pinoargoti– nos pone de bruces frente a una pregunta: ¿Hay cuadros en la TV ecuatoriana para afrontar las transformaciones futuras? Solo en personajes de pantalla hay un déficit: ¿Se perfila alguien para reemplazar a un personaje como Alfonso Espinosa de los Monteros? ¿Quién ha llenado el hueco de un Bernard Fougères? Incluso, ¿quién puede suceder a Gonzalo Ruiz, Jorge Ortiz y/o Carlos Vera? 

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Antitelevisión y radio
La antitelevisión atacó de nuevo. Se deslizó sigilosa, mientras en Canal Uno aún se vanagloriaban de los ratings del Chile vs. Ecuador, lo cual –como ya escribí una vez– es como decir que el Himno Nacional es uno de los temas musicales más sonados del año.

Este miércoles, para los televidentes de Canal Uno en Quito, se fijó una imagen de los graderíos casi vacíos del Estadio de Ponciano mientras se locutaba el juego LDU vs. Liga de Loja. El desparpajo llegó a tal punto que a tal práctica se la identificó como “una transmisión exclusiva para Quito”.

Aparte de todo lo que significa como práctica antitelevisiva, hay una cuestión adicional muy importante: el convertir a la TV en una pantalla de radio como lo hace Canal Uno, ¿no es una competencia desleal en contra de las emisoras que transmiten los partidos de fútbol? O, entonces, que a Canal Uno le den licencia para radiodifusión y las autoridades dejen de hacerse los locos.