Exaltamos la celebración del  primer centenario del nacimiento de este  personaje, que también fue  articulista de EL UNIVERSO por varias décadas. Nació en Guayaquil el  17 de octubre de 1905, en el hogar  del  médico y humanista   Leonidas Benites Torres y de  Angelina Vinueza Rodríguez. En 1926 contrajo matrimonio con  Margarita Sierra Escalante y procreó a Leopoldo y Roberto Benites Sierra (+).

Primeros destellos
Realizó la primaria en el colegio San Felipe de  Riobamba y la secundaria en el colegio fiscal Vicente Rocafuerte de su ciudad natal, donde tuvo entre sus ilustres maestros a  Pedro José Huerta, Francisco Campos Coello, José Vicente Trujillo y Alberto Ordeñana Cortez. En 1923 se matriculó en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil y en 1930 formó parte de la delegación estudiantil del Alma Máter porteña que debatió y resultó triunfadora ante  su similar de la Universidad de Yale, EE.UU.

A mediados de los años 20 incursionó en la literatura con sus primeros cuentos : La mala hora y El enemigo,  con este último obtuvo un primer premio del concurso promovido por el comité de estudiantes del colegio Vicente Rocafuerte (1924).

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Entre 1936 y 1942  ejerce una cátedra en el colegio Rocafuerte y publica (1941) su biografía sobre Eugenio Espejo con el título  Un zapador de la Colonia. En el mismo periodo comienza a escribir una columna periodística bajo el epígrafe de Hombres, hechos, cosas… que firmó con el seudónimo  Alsino,  en la página editorial de  Diario EL UNIVERSO, convirtiéndose en un agudo analista y  crítico de los problemas económicos, políticos y sociales de su tiempo, lo que durante el régimen arroyista le significa prisión y confinamiento en Esmeraldas, donde mentalizó y escribió su novela histórica Argonautas de la selva, dedicado a la ciudad donde nació  y a la reivindicación de la figura histórica de Francisco de Orellana, obra que se publicaría en 1945. El mismo año en que sale a la luz su extenso y erudito ensayo  titulado Don Juan y el anti-amor

Al salir de la prisión siguió  en el periodismo con su nombre propio y al producirse la Revolución del 28 de mayo de 1944, se lo nominó para integrar la Asamblea Constituyente, donde contribuye con su talento al contenido de la Constitución del año 1945, considerada la más progresista de todas cuantas habían normado la vida del país. Data de ese tiempo su integración al grupo de intelectuales, artistas y pensadores que dieron vida al proyecto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Diplomático  brillante 
En 1948, el gobierno interino de  Carlos Arosemena Tola lo designó Ministro Plenipotenciario en Uruguay y en 1950 recibe el rango de Embajador, iniciando así la vida del “hombre planetario” .  Ese mismo año, la editorial Fondo de Cultura Económica publicó su célebre obra Ecuador, Drama y paradoja, penetrante ensayo de la realidad histórico, político y social de nuestro país. Libro de consulta obligatoria para los estudiosos de nuestra problemática.

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A mediados de los años 50 integró  la delegación ecuatoriana a la Asamblea de las Naciones Unidas ( ONU), en Nueva  York. En 1954 se lo nombró Embajador en Bolivia y en 1956, ejerció la embajada del Ecuador en la República Argentina, cimentando las relaciones diplomáticas y culturales entre aquellos países y el nuestro.

Presidente del mundo
Al iniciarse los años 60, fue nombrado Embajador Permanente del Ecuador en las Naciones Unidas, donde consolidó su brillante carrera diplomática, al destacar dentro de esa importante organización mundial. En 1962 preside la Comisión Política; en 1956 está al frente de la Comisión de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, Suiza. En 1968, la Opanal (Organización para la  Desnuclearización de América Latina),  con sede en México, de la cual había sido impulsor y fundador,  lo nombra  Secretario General. Para entonces se lo consideraba como una de las mentes más lúcidas del continente y  firme luchador contra los rezagos del colonialismo,  las formas del poder mundial y  la injusta estructura económica internacional prevaleciente.

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En 1973, con el voto unánime de todos los miembros del organismo, incluido el bloque latinoamericano, Benites Vinueza fue nombrado Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, por lo que al año siguiente, 1974, presidió una Asamblea especial. En 1976 se lo designó  Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y tuvo bajo su responsabilidad los trabajos de investigación sobre los dramáticos sucesos vividos en Chile, durante el gobierno militar del general Augusto Pinochet, cuya misión lo llevaría a convertirse en verdadero adalid de los derechos humanos y  defensor convencido de la democracia como único camino para el progreso de los pueblos.

Retorno y deceso 
Entre 1976 y 1982, de regreso a su patria, se reincorporó al periodismo militante con su columna de Diario EL UNIVERSO,  titulada esta vez   Problemas y realidades nacionales, donde aflora nuevamente su pensamiento crítico y orientador. 

En 1982,  el gobierno del Dr. Osvaldo Hurtado lo nombró Embajador en México, función que ejerce hasta 1986, cuando se retira definitivamente del servicio diplomático. 

De vuelta a Guayaquil, brindó sus conocimientos en conferencias y mesas redondas sobre  Derecho Internacional, Derecho del Mar, Derecho Territorial, arte colonial, etcétera. En 1992, su salud se quebranta, impidiéndole cumplir el deseo de dedicarse a la literatura y al trabajo cultural.

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En 1995, a los 89 años de edad, el país y América perdieron a uno de sus pensadores más profundos y uno de sus ciudadanos de talla universal.

Homenaje

Mañana, a las 10h00, el Centro Educativo Naciones Unidas en su auditorio  de la vía a Samborondón, km 1, realizará el conversatorio acerca de este personaje en la literatura e historia de nuestro país, por el catedrático  Bolívar Moyano.

Asimismo, la Academia Nacional de Historia, capítulo Guayaquil, con el respaldo de la  Municipalidad del cantón, la Universidad Estatal, Espol, Casa de la Cultura y más organismos, prepara un homenaje que a nombre de esta urbe  se cumplirá el 20 de octubre, a las 19h00,  en el Salón de la Ciudad.