"Cuatro años atrás, Estados Unidos vivió un día de muerte, tragedia y orgullo. Porque si bien el fatídico 11 de septiembre se cobró la vida de más de 3 mil personas también mostró el coraje de algunas de sus víctimas: los pasajeros del vuelo 93."

El 11 de septiembre del 2001 marcó una nueva, importante y  triste fecha en la historia de la humanidad. Ese martes, el mundo entero se estremeció ante las noticias de aviones secuestrados que se estrellaban contra edificios emblemáticos de los Estados Unidos. Esa mañana soleada, la gran potencia mundial lamentó la muerte de más de 3 mil de sus ciudadanos. En esas escasas horas entre las 8 y las 10 a.m. los 40 pasajeros del vuelo 93 de United Airlines se convirtieron en héroes nacionales.

Probablemente su trágico destino estaba marcado desde el momento en que compraron el ticket aéreo para el vuelo 93 de United Airlines, que unía Nueva Jersey con San Francisco, y que formaba parte de un calculado plan de Al Qaeda para atacar a los Estados Unidos. Pero lo que no estaba aún escrito era que contrario a las intenciones de los terroristas, esos hombres y mujeres iban a cambiar la historia. Tanto del éxito de los ataques como de su estatuto como víctimas. Porque esas 40 vidas perdidas se convirtieron en el orgullo no sólo de sus familiares sino de toda la nación.

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Es que lograron, luego de comprender cuál iba a ser su final, enfrentarse a los cuatro secuestradores que habían tomado el mando del avión (la hipótesis oficial indica que los secuestradores pretendían estrellar la aeronave en la Casa Blanca o el Capitolio). Sin embargo, cuando su heroica historia comenzaba a escribirse, ninguno de ellos imaginó tal desenlace.

Todo había comenzado con la salida demorada del vuelo, que perjudicó los planes de Al Qaeda. Esta organización -según indica el informe de la Comisión 9-11, que investigó los ataques-  había proyectado secuestrar aviones programados para despegar entre las 7:45 y las 8 de la mañana, recientemente cargados de combustible, para estrellarlos contra edificios emblemáticos de los Estados Unidos. Por ello, sin saber que el vuelo 11 de American Airlines ya había sido secuestrado, el piloto Jason Dahl comenzó las maniobras de despegue a las 8:42 de la mañana, dando inicio al vuelo en el que viajaban 33 pasajeros, 7 miembros de la tripulación y 4 terroristas.

Según estableció la Comisión 9-11, durante 46 minutos el vuelo 93 se desarrolló en forma rutinaria. Pero a las 9:28, cuando el avión se encontraba a 35 mil pies de altura, los terroristas dieron inicio a su misión.

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A diferencia de lo que sucedió en los otros tres aviones secuestrados (los vuelos 11 y 77 de American Airlines y el 175 de United Airlines), en los que los terroristas tomaron el poder de las aeronaves tras 30 minutos de estar en el aire, en el vuelo 93 de United Airlines esto ocurrió aproximadamente 15 minutos después.

Esto permitió que, después de que los terroristas redujeran a los pilotos, cambiaran la dirección del avión, amenazaran a los pasajeros con una supuesta bomba y los enviaran hacia la cola de la aeronave, muchas de esas víctimas se comunicaran telefónicamente con sus seres queridos. Así, no sólo pudieron hablar con sus familiares durante esos atemorizantes momentos sino que recibieron de ellos la información sobre qué estaba sucediendo con los otros aviones.

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De acuerdo a lo que cuentan muchos familiares de los pasajeros del vuelo 93  y según concluyó el informe de la Comisión 9-11 -hecho público en julio del 2004-, luego de enterarse de que dos aviones habían sido estrellados contra las Torres Gemelas de Nueva York  algunos de los rehenes dedujeron para ellos un parecido y trágico final.

Por ello algunos decidieron intentar cambiar su destino. Luego de someter a votación si debían desafiar o no a sus secuestradores, finalmente decidieron armarse con los pocos instrumentos que encontraron en el avión y dirigirse hacia la cabina, en donde se encontraban los terroristas. Armados con cuchillos, tenedores, agua hirviendo y el pesado carro que se utiliza para servir las comidas y bebidas tomaron por sorpresa a los secuestradores con el objetivo de cambiar el rumbo de la aeronave.

Aunque algunas versiones no oficiales sostienen que el vuelo 93  fue derribado por dos aviones F-16, el informe final de la Comisión 9-11 determinó que fueron los terroristas quienes, luego de luchar con los pasajeros, decidieron estrellarlo en un descampado de Pensilvania.

Para conocer más sobre este tema vea Vuelo de Héroes, el domingo 16 a las 10 p.m. en Discovery Channel.

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