El Real Madrid derrotó al Atlético con dos goles de Ronaldo -que intervino en el tercero, que marcó en propia puerta Perea- y se acostó líder, favorecido por las desdichas de un vecino que se ha acostumbrado a convertir cada cita en un cúmulo de desgracias.

Ni la presencia Carlos Bianchi, el "Virrey" experto en derbis, el técnico que tuvo la fórmula para robarle la Copa Intercontinental al Real Madrid, le sirvió al Atlético para librarse del victimismo en un clásico que quedó condicionado por una única jugada; el penalti a Raúl y la rigurosa expulsión de Antonio López, que no tuvo respuesta desde el banquillo local.

Además, para aumentar su frustración volvió a ser Ronaldo el que le volvió a sentenciar con dos tantos, para sumar ya 16 en diez enfrentamientos ante los rojiblancos.

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El Atlético no tuvo tiempo, siquiera, de poner en marcha su plan, porque cuando aún estudiaba al rival se encontró con un gol en contra, un jugador expulsado y su mejor arma ofensiva demasiados lejos del área rival.

Había planteado Bianchi un partido de contención, tratando de obligar a que fuese el Madrid el que llevase la iniciativa y se encontró con el encuentro opuesto. Obligado a remontar a costa de dejar espacios al rival.

El Real Madrid, con Zinedine Zidane de nuevo titular, como parte de una línea de tres junto a Raúl y a David Beckham, y el brasileño Julio Baptista como media punta, tuvo el partido soñado, pero creyó que era tan clara su victoria que ayudó a rearmarse al equipo rojiblanco, que alcanzó el descanso convencido de su gesta.

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El partido quedó condicionado por una jugada. Todo lo desencadenó una irrupción de Raúl desde la segunda línea, en la que encontró el apoyo al borde del área de Ronaldo, cuya pared dejó solo al capitán madridista. Antonio López le derribó, una acción que desencadenó un efecto dominó: el árbitro le expulsó, Ronaldo marcó el penalti y Bianchi sacrificó en la banda izquierda al búlgaro Martin Petrov.

Fue un duro golpe que no supo aprovechar el equipo del brasileño Vanderlei Luxemburgo para cerrar el partido. Al contrario, se sintió tan superior que tan sólo trató de tener el balón en su poder, convencido de que, en algún momento, contaría con otra ocasión decisiva.

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La tuvo Ronaldo, en el minuto 34, pero el meta argentino Leo Franco tapó bien el primer palo.

Fue todo su arsenal en la primera mitad. Demasiado escaso ante un equipo que tiró de coraje, convirtió a Petrov en un atleta que encadenó series de 100 metros y, con más casta que acierto, el fue ganando terreno.

Su constancia le sirvió para poner en apuros a Iker Casillas, por primera vez, en el minuto 47, para ilusionar a su grada con un disparo desde fuera del área del argentino Maxi Rodríguez, pero también para asumir demasiados riesgos, con una defensa de tres (Velasco, Pablo y Perea) que terminó por dar a Ronaldo la oportunidad de sentenciar a la hora de juego, tras recibir un pase de Guti a la espalda de la zaga.

Pudo recuperar la esperanza el conjunto rojiblanco poco después, si Fernando Torres hubiese culminado su ocasión ante Casillas, que llegó a tocar, pero no derribar al delantero (m.64).

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Ambos volvieron a protagonizar la última ocasión del Atlético, tres minutos después, y el meta respondió bien a un disparo del capitán rojiblanco.

Ahí se le acabó la fe al equipo de Bianchi, que sin fuerzas ni moral para levantar el resultado, quedó expuesto a la goleada concretada de nuevo por Ronaldo -que forzó el autogol de Perea- ante un conjunto que, no necesitó exhibirse para añadir más gramos de frustración a un vecino que no encuentra la forma de cambiar la historia.