La mitad de los damnificados que dejó el huracán Stan en su paso por Guatemala son niños. Casi todos son pobres y desnutridos, que ahora no tienen dónde vivir, ni escuelas dónde estudiar y en muchos casos, tampoco tienen a sus padres, que desaparecieron o murieron.

Guatemala es un país muy joven, donde la mitad de la población es menor de 18 años.
Gladys Acosta, representante de Unicef, Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, señala que los niños sufren de enfermedades de las vías respiratorias y diarreas”, también de desnutrición.

“Un niño desnutrido que además pasa por una tragedia como esta, muy fácilmente puede pasar a la desnutrición aguda y de ahí a la muerte”, afirma Acosta.

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A Nidia Aguilar del Cid, de la Defensoría de la Niñez y la Juventud, le preocupa que las zonas más afectadas están cerca de la frontera con México y son paso natural del tráfico ilegal de personas.

Guatemala tiene muy pocos centros de atención para niños huérfanos. La mayoría están en manos privadas y aunque legalmente inscritos, en muchos se realizan adopciones ilegales, o se producen maltratos, abusos y hasta muertes.