Estamos orgullosos de la selección que nuevamente va al Mundial, y sentimos un gusano que (ahí adentro) nos dice que algo sí ha cambiado en la mente de la gente, y especialmente de nuestros hijos, que ya no han visto a la Tricolor siempre derrotada. El “sí se puede” es certero y válido. Sabemos que es el resultado de un largo proceso iniciado por Dussan recorriendo el país en busca de talentos diferentes y siguió el trío colombiano poniendo táctica, orden y confianza (más la Federación aportando su importante grano de estabilidad). Es el mismo tipo de orgullo que sentimos con el “ni un paso atrás” de la guerra, la caída de Bucaram y Gutiérrez, o los enormes triunfos de Jefferson. Unidos pudimos. Y nos sentimos profundamente unidos, con la fuerza que permite construir un mejor país…

¿Por qué entonces a la hora siguiente de esa euforia, volvemos a las mismas actitudes de siempre: egoístas, individualistas, mezquinas? Las que hacen imposible construir ese país en el que soñamos. Pensemos en el tráfico, ejemplo por excelencia de las fallas que aquejan a nuestra sociedad y de las cuales no son solo responsables los políticos.

Vea el paso de Alóag, el más importante y frecuentado del país ya que une Sierra y Costa: años de un abandono absoluto (hay más baches que carretera), mientras se echan responsabilidades el MOP y el Consejo de Pichincha, y la Policía allí presente no es capaz de levantar un dedo (sería mucho pedir) para poner algo de orden.

Veo clubes deportivos de distintos niveles sociales donde la gente va a hacer deporte (eso suponemos es el sentido de un club deportivo), pero, violando todas las reglas de estacionamiento y seguridad, intentan parquearse a escasos metros de la puerta de entrada para caminar lo menos posible, (¿no podrían parquearse donde corresponde y tomar la pequeña caminata como un ejercicio de calentamiento?).

Vemos a los automovilistas que nunca pueden respetar al peatón, incluso (o peor), cuando es un anciano (ayer frené, dejé pasar a una persona mayor, y estoy arrepentido, de la nada surgió un bólido loco que por poco lo atropella… y quizás estuvieron juntos hace poco en las manifestaciones contra Gutiérrez, “muy unidos”). Hay reglas del convivir, pero no hacen falta reglas sino un mínimo de sentido humano.

Mientras tanto, hay una señora que “no puede controlar a su hijito” al que le dio un poderoso vehículo y todas las noches despierta al barrio con su motor condicionado para hacer ruido. ¿A dónde llegará ese hijito en la vida? Naturalmente a abusar de quien pueda, donde pueda. Así no podemos tener una sociedad equitativa.

No menciono a los buseros que siguen siendo los irresponsables dueños de las calles. Pero los usuarios son también culpables porque les exigen ir rápido, les piden parar en cualquier lugar para la subida y la bajada, o simplemente no se quejan de los abusos.

No lo olvidemos, de la euforia debemos pasar a mejores actitudes, caso contrario quedamos en lo mismo.