Según Unicef, en la zona afectada uno de cada cinco habitantes son niños, que ahora enfrentan el drama.

Los servicios de emergencia buscaban desesperadamente ayer a sobrevivientes del terremoto que afectó a Pakistán y mató a entre 30.000 a 40.000 personas, aunque la cifra oficial se mantenía en 20.000.

Funcionarios indios dijeron que otras 2.000 personas podrían haber muerto en su país y que se desconoce el destino de cerca de 10.000 habitantes de remotas ciudades en la frontera con Pakistán.

Ayer hubo poco o casi nada de atención médica a los más de 40.000 lesionados en Pakistán y las agencias de ayuda dijeron que más de 120.000 personas necesitan refugio urgente y cuatro millones podrían quedar sin hogar.

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La frustración de las víctimas por la falta de ayuda provocó saqueos en la capital de la Cachemira paquistaní, Muzaffarabad, totalmente destruida por el terremoto de magnitud 7,6 Richter del sábado y donde los sobrevivientes necesitan desesperadamente alimentos, medicinas y agua.

En Muzaffarabad, prácticamente todos sus edificios fueron destruidos o dañados y cuerpos en descomposición yacen en las calles o son arrastrados por sus familiares.

Miles de personas duermen a la intemperie pese al frío y la lluvia; y, otras cientos, exhaustas, hambrientas y sedientas, caminan buscando ayuda para sus familiares.

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Cientos de niños murieron en las escuelas de la ciudad de Balakot, que colapsaron con el sismo y los heridos esperan por horas e incluso días.

“Ayúdennos”, murmura una mujer cuyo bebé tiene una venda ensangrentada  en su cabeza, mientras familiares de víctimas y enfermos, manchados de sangre y barro, asaltan los helicópteros.

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El hambre y el frío son ahora las dos grandes amenazas que acechan a los sobrevivientes
 Mahboob Hussain, de 24 años, da la mano a su joven esposa, Sabhiya. El sábado, 18 personas de su familia, entre ellas seis niños, murieron aplastadas  por su propia casa.

A su lado, Orangzeb Ahmed, de 50 años, tiene tiernamente agarrado a su hijo  Nadeem, de 11. El niño estaba en la escuela que se derrumbó. Tiene una pierna rota. Otros seis niños de su familia murieron. Su casa desapareció.

“Se ha perdido una generación futura en las zonas más dañadas pues entre los más afectados están los niños”, aseguró el portavoz de las FF.AA., Shaukat Sultán. Muchas de las víctimas eran niños que estaban en la escuela.

Se teme que al llegar el invierno, la capital paquistaní, Islamabad, albergaría a miles de personas, por lo que se debe preparar refugios, alimentos y comida suficientes.

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