Hace algún tiempo tuve acceso a un estudio iniciado y patrocinado por la Sociedad Mundial de Protección al Animal, en Estados Unidos, el cual relaciona de manera contundente y directa el abuso y crueldad hacia los animales con  la violencia y agresividad en los seres humanos.

De hecho, la asociación es tan fuerte que se puede concluir que los niños que exhiben un comportamiento cruel y violento hacia los animales, tienen mayores probabilidades de terminar como adultos violentos, que aquellos con poca historia o ninguna de abuso hacia los animales. Aquí vale hacernos la pregunta: ¿Qué lleva a un niño a comportarse de forma violenta y agresiva y a hacer de ese comportamiento el rasgo más sobresaliente de su personalidad? No debemos reflexionar mucho para concluir que tener acceso a escenas de violencia es, entre otros, un factor que afecta negativamente la personalidad y sensibilidad de un niño.

Escenas violentas en las que se inflige daño  intencionado a un animal que está en inferioridad de condiciones, como en las corridas de toros, que desafortunadamente pretenden llevarse  a cabo en esta ciudad, a pretexto de rescatar la mal llamada tradición taurina.

La tortura y el asesinato de un animal noble como el toro, o de cualquier otro animal, no puede ser motivo de atracción para personas civilizadas. No se puede organizar tan sanguinario espectáculo con el pretexto de festejar las fiestas octubrinas.

No es posible que, cuando en otros países se hacen enormes esfuerzos por erradicar este bárbaro acto, aquí en Guayaquil se pretenda volverlo costumbre. Hago un llamado a la Iglesia para que no permita que se utilicen nombres religiosos para identificar este violento evento. De igual forma, la gente que vive en Guayaquil no asistirá  a este sangriento espectáculo y  demostrará a sus  mentalizadores que para Guayaquil la tortura no es cultura.

Para los que amamos y respetamos a los animales, no cabe la idea de torturar y asesinar a un animal por placer y por dinero.
Las corridas de toros rinden culto a la violencia; unamos fuerza para impedir que nuestra gente, especialmente nuestros niños, sean testigos de escenas de sangre y horror, en las que el protagonista involuntario y víctima es un animal indefenso.

“Cuando se protege a los animales se está haciendo mucho también por los niños, puesto que se les está enseñando a ser nobles con los seres indefensos. Es un buen ejemplo que se les da a los pequeños y que contribuye a su mejor formación ética, tan importante como las cosas materiales que se les pueda suministrar para remediar sus necesidades físicas”. Esta reflexión la hace el Dr. Víctor Mileo, criminólogo venezolano, quien ha dedicado muchos años de su carrera a estudiar la agresividad en los seres humanos.

Espero haber calado hondo en su conciencia y que, a partir de hoy, usted y yo contribuyamos a construir un futuro menos violento para nuestros niños, enseñándoles a ser nobles, tolerantes y justos y sobre todo, a respetar la vida en cualquiera de sus formas.

*Presidenta de TEA
(Fundación por el Trato Ético a los Animales)