Es importante observar que los tres primeros no representan a un cuerpo colegiado, ni a un organismo, como generalmente ocurre, sino a personas de carne y hueso. La representación en esos tres casos no es del Municipio de Guayaquil, ni de la Espol, ni tampoco del Gobierno en general, como quizás debió ser, sino de tres personas con nombres y apellidos: Jaime Nebot S., Moisés Tacle G. y Alfredo Palacio G.

Para bien o para mal, los tres tienen pues una responsabilidad personal en el manejo del agua potable de Guayaquil y eso significa que no deberían esperar a que alguien muera, o se produzca una epidemia, o se declare una emergencia, sino que su actitud deberá ser siempre proactiva, adelantándose a los acontecimientos.

Decimos todo esto con motivo del gran debate que se ha abierto en torno a la calidad del agua potable en la ciudad, ante el cual son absolutamente nulas las iniciativas que ha adoptado la Ecapag como institución rectora del tema, como si en su directorio a nadie le pareciera que la citada polémica sea importante.