Angustiados por la desesperación, el aislamiento, la falta de agua, alimentos y medicinas, cientos de miles de damnificados esperaban en las montañas aisladas del noreste de Pakistán la urgente llegada de ayuda, dos días después del violento sismo que dejó entre 30.000 y 40.000 muertos.
La impaciencia se trasformó este lunes en rabia en Muzaffarabad, la capital de la Cachemira paquistaní devastada por el sismo del sábado.
Los supervivientes asaltaron literalmente los camiones militares que llegaron a la ciudad, ante la mirada impotente de los militares, y en pocos minutos desaparecieron los alimentos, tiendas de campaña, mantas y medicamentos que habían llevado.
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En el centro de la ciudad, algunos almacenes abandonados fueron saqueados, al igual que algunas gasolineras, en busca de petróleo para encender hogueras y poder cocinar los pocos alimentos de que se dispone.
"¿Dónde está el gobierno? Nadie ha venido y las personas están muriendo de hambre", se lamentó uno de los supervivientes, Akram Shah.
Sin embargo, la situación pareció haber mejorado tras el anuncio, este lunes por la tarde, de la reapertura de dos de las principales carreteras de la Cachemira paquistaní, algo que "debe mejorar considerablemente el transporte de las ayudas", explicó a la AFP el portavoz de las fuerzas paquistaníes, el general Shaukat Sultan.
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El militar precisó que varios camiones militares con productos de primera necesidad se estaban dirigiendo a Muzaffarabad y Balakot, dos de las principales localidades afectadas por el sismo.
Mientras tanto, el balance de víctimas provocadas por este último siguió aumentando este lunes. "El gobierno nos indicó que entre 30.000 y 40.000 personas murieron" en el sismo, afirmó a la AFP Julia Spry Leverton, portavoz de Unicef en Islamabad.
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"Entre 30.000 y 40.000 personas murieron en Pakistán y más de 60.000 resultaron heridas" confirmó un responsable paquistaní que pidió el anonimato.
Pérdida miles de escolares
En el territorio de Cachemira controlado por India, el terremoto provocó 950 muertos confirmados y 2.400 heridos, y tres muertos en el este de Afganistán.
"Es toda una generación que se ha perdido en las zonas más afectadas. La mayoría de las víctimas son escolares", añadió Sultan.
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"Los socorristas sacan los cadáveres de los niños de entre los escombros en Muzaffarabad (capital de la zona de Cachemira administrada por Pakistán), pero no hay nadie que reclame los cuerpos, sus parientes también murieron", explicó otro oficial al señalar que el 70% de Muzaffarabad quedó destruida.
Unas 125.000 personas vivían en Muzzafarabad, a 120 km al noreste de Islamabad, en el centro de la zona afectada por el sismo de 7,6 grados en la escala de Richter que devastó el sábado el norte de Pakistán.
En muchos lugares la gente no tenía más que las manos para remover los escombros, en un esfuerzo a menudo vano para tratar de salvar a parientes sepultados desde hace dos días.
En Balakot, más de un millar de niños quedaron atrapados en los escombros de sus escuelas destruidas. Varios testigos, entre ellos un periodista de la AFP, dieron cuenta del nauseabundo olor que impregnaba el sector.
Los gritos de los niños que se escuchaban debajo de los escombros el sábado se apagaron durante la noche, indicaron los habitantes.
Algunos afortunados lograron sobrevivir. En medio de la alegría de los socorristas, un niño de seis años y una niña de cuatro fueron rescatados este lunes vivos de las ruinas de su escuela en Balakot, 48 horas después del sismo.
Sin embargo, el rescate de las víctimas es una carrera contrarreloj. Los expertos de la ONU, acostumbrados a operaciones de socorro, advirtieron que hay pocas esperanzas de encontrar sobrevivientes bajo los escombros.
"Apelamos a la ayuda internacional, tenemos bastantes medios humanos pero necesitamos ayuda financiera", había declarado el domingo en un llamado solemne el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, que definió lo ocurrido como "la mayor tragedia de la historia" paquistaní.