Tensión, ansiedad. Muchos  ecuatorianos amanecieron ayer distintos. Con un latido diferente. En las diversas ciudades la imagen de la camiseta amarilla se repitió. Las cervezas, las sonrisas, una mesa en común, fueron parte del ritual del fútbol.

De esperar, con ansias, que un árbitro pite el comienzo de un nuevo sueño. Un sueño que otra vez se vivió en el
Atahualpa.