Tumbados en camas improvisadas  instaladas en los jardines del hospital de Abbotabad, centenares de  paquistaníes heridos en el sismo de este sábado esperan ser atendidos mientras  temen las posibles réplicas del terremoto.

"Es muy peligroso hacerles entrar en el hospital", explica Amir Shah, un  médico del hospital Ayub de Abbotabad, al norte de Islamabad, que recibió  centenares de víctimas del terrible terremoto que devastó el norte del país.

"Todo el mundo tiene miedo. Hay fisuras en las paredes y se oyen sin cesar  réplicas del sismo", prosigue el doctor, desbordado por la llegada de heridos y  sus próximos, asustados por el sismo que provocó al menos un millar de muertos  en estas regiones montañosas.

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Situada 40 kilómetros al norte de Islamabad, aunque a dos horas de  carretera a causa de su accidentado relieve, Abbotabad se halla a la entrada de  varios valles del Hindukush. Millares de sus habitantes, despavoridos, se  dirigieron a ella con la esperanza de encontrar más seguridad.

En los distritos vecinos de Mansehra y Malakand, la policía hizo balance de  550 a 600 muertos.

"La devastación es total en varias zonas. Las carreteras están bloqueadas  y tardaremos al menos 24 horas antes de disponer de más detalles. Sólo se trata  de cifras iniciales", afirmó a la AFP el jefe de la policía provincial, Riffat  Pasha.

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Los heridos llegados al hospital Ayub explican a la AFP que vieron pueblos  enteros totalmente arrasados por el sismo.

"Trabajaba en el campo cuando todo empezó a temblar, vi las casas  derrumbarse alrededor una detrás de otra", explica Wali Rehman, originario del  pueblo de Ugi, próximo a Abbotabad.

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"Sé que mi madre y mi familia están todos muertos", llora todavía  conmocionado.

Cuando la noche empieza a caer en Abbotabad, remolinos de agua se siguen  abatiendo sobre la ciudad. El desfile de ambulancias y autos de policía  continúa aún y así ante el centro sanitario, en un ambiente de caos.

Poco antes de las 18h00 (13h00 GMT), algunos de ellos traen comida para  romper el ayuno diario que los musulmanes observan durante el mes del ramadán,  que el jueves empezó en Pakistán.

"Tenemos necesidad de medicinas, sangre y material porque llegarán muchas  más víctimas", reclama el doctor Nadeem Gohar mientras pasa de un herido al  otro.

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