Cuando en el Ecuador no hay medicinas en los hospitales, en las escuelas no hay pupitres, no hay dinero para pagar oportunamente los sueldos de la administración pública; sin embargo, nos damos el lujo de mantener a costa de millones de dólares agregados y adjuntos militares de las tres ramas, y también de la Policía, que suman un total de 68 “expertos en diplomacia militar”.

En el caso de los adjuntos, está especificado el retorno por un año o por 18 meses. En la Embajada de los Estados Unidos  hay 25 uniformados entre unos y otros. ¿Es que los mandan de paseo por su máxima efectividad o por evitar resentimientos al no ser ascendidos? Estos gastos incluyen vivienda, vehículo y chofer.

A quienes los envíen, que por lo menos les dicten cursos mínimos de diplomacia y comportamiento diplomático, aun para que sepan qué hacer cuando en una mesa se encuentran con tres tenedores. ¿Es que, acaso, en el costo beneficio tenemos un resultado positivo (término usado por militares y policías)? no. De nada nos sirven, lo mismo que aquellas embajadas donde jamás hemos logrado vender nada y también son un lugar de paseo y nada más, para pagar las más de las veces, favores políticos. Prueba de ello fue el gran “chasco” diplomático con el embajador en Argentina, un coronel, enviado por pagar favores de campaña.

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Pensemos primero en que aquellos dineros bien podrían servir para solucionar tanto caso de miseria en nuestro pueblo. Si tanto hablamos de austeridad, empecemos por casa, señor Presidente, señores ministros. Recordemos a aquella mayoría que vive de un mísero empleo y tiene hijos, que vive pensando que llegue el 15 o el 30, porque la quincena no llega pronto mientras la cuenta de la tienda, el arriendo y la pensión del colegio están cercanos, como tantas urgencias.

Hoy, que no estamos en campaña electoral, el Presidente debería jurar, ante un notario en la tierra, y por Dios en el cielo, el pago oportuno de los haberes de sus empleados.

Leonardo Moncayo Jalil
Guayaquil