La comunidad Los Libertadores, financiada por los religiosos terciarios capuchinos, ayuda con terapias a menores de la calle y a sus padres.

Carlos (nombre protegido) tiene apenas 16 años, pero ha vivido mucho más episodios amargos que un adulto.
El consumo de las drogas, desde que tenía ocho años, lo llevó a cometer actos delictivos que casi le provocan la muerte.

Mas, su vida cambió hace tres meses cuando fue llevado por su madre a la comunidad juvenil Los Libertadores, una entidad financiada por los religiosos terciarios capuchinos.

Con Carlos permanece desde hace tres semanas su primo, también de 16 años, que presenta problemas por igual índole, así como un par de hermanos, de 15 y 13 años, que vienen del Guasmo Sur.

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Él primero ha aprendido a controlar su carácter hostil y su adicción, mientras que el segundo ha decidido dejar de robar y los otros dos jóvenes se capacitan en carpintería.

Todo esto gracias a la terapia que reciben en esta comunidad, ubicada en el km 6 1/2 de la vía a la Costa, que atiende de manera gratuita a jóvenes desde los 12 hasta los 17 años con problemas callejeros, drogas y alcohol.
En la actualidad el centro cuenta con siete menores, aunque su capacidad es para 30. Gloria Moncayo, directora administrativa de esta comunidad, señala que tal vez se debe a que falta más difusión sobre su existencia y de la atención que brinda.

Años de labor
La comunidad Los Libertadores abrió sus puertas en el 2001 para la atención de adultos, por lo cual el Instituto Nacional del Niño y la Familia (Innfa) dio por terminado la ayuda con un acta de finiquito. En la actualidad recibe a menores de 12 a 17 años. El ingreso es voluntario, los menores reciben comida gratis, duermen de lunes a viernes y los fines de semana se van a sus casas con tareas que son elaboradas por dos psicólogos.

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Realizan terapias familiares y para adolescentes, donde se definen los rasgos de personalidad de los jóvenes.
Esa información se unifica y desarrollan las asambleas familiares, es decir reuniones con padres e hijos.

El periodo de permanencia es de cuatro meses y medio (la primera es de adaptación, 18 semanas en comunidad, con salidas los fines de semana; y, la tercera semana de robustecimiento).

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Moncayo indica que se quiere ampliar el programa para que en la cuarta etapa el joven acuda una vez por semana a grupos intereducativos, donde  evalúe sus momentos vividos fuera de la comunidad y si necesita ayuda de los psicólogos la solicite sin costo.

Comunidad

Talleres
Cuentan con dos talleres de cerrajería y carpintería, donde los jóvenes aprenden a elaborar  alcancías, portabiblias, charoles, portavelas.

Tareas
 “No trabajamos con castigo sino con las llamadas ayudas”, explica la psicóloga Gloria Moncayo. Esto consiste en destinarle a cada menor una tarea de ayuda o colaboración como la limpieza de vajilla o del comedor, pero de manera voluntaria.