Las reformas al Poder Legislativo encabezan la propuesta que el  régimen envió al Congreso la semana pasada,  cuya primera pregunta sugiere reorganizar el funcionamiento del pleno con un  sistema similar al aplicado en 1978.

En ella se propone que el Congreso funcione en sesión plenaria una vez al año, por un lapso de tres meses, y que en receso de este funcione el plenario de las Comisiones Legislativas Permanentes, que estará presidido por el Presidente del Congreso, e integrado por miembros de siete comisiones. Actualmente, el Legislativo cuenta con 17 comisiones.

Entre los órganos legislativos que sesionarán en el plenario se encuentran las comisiones de: Asuntos Constitucionales, Internacional, de lo Civil y Penal, de lo Laboral y Social, de lo Tributario, Fiscal, Bancario y de Presupuesto; de lo Económico, Agrario, Industrial y Comercial; y de Gestión Pública, Administrativa y Régimen Seccional.

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En la pregunta no se precisa qué sucederá con las comisiones restantes, pero  se deja abierta la posibilidad de crear otras, que no formen parte del plenario.

La reacción de algunos legisladores es rápida, “es una pregunta intrascendente”, y ni siquiera se refieren al tema.

Es así como el  socialcristiano Luis Fernando Torres afirma que “el hecho de que el Congreso sesione o no todo el año es un punto intrascendente, que no merece ser parte de una consulta popular”.

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El criterio es compartido por Andrés Páez (ID), quien manifiesta que  la consulta debió ser jerarquizada a temas de gran trascendencia y que se refieran a políticas de Estado.  “No puede ponerse cualquier pregunta, no se trata de poner acertijos técnico-jurídicos que la gente no va a saber resolver”, indica.

Marco Proaño Maya (ex PRE), en cambio,  recuerda algo de historia. “En el régimen parlamentario consagrado en la Constitución de 1978, se disponía que el Congreso en pleno se reúna dos meses al año y que en su receso funcione el llamado plenario de las comisiones legislativas”.

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Pero en ese plenario, explica, no siempre participaron los diputados mejor calificados, se lo organizaba de acuerdo a  las mayorías de turno, de tal forma que el plenario solo  lo integraban diputados de esa mayoría y los  de la minoría  quedaban marginados. Eso significaba tener un Congreso en el que se imponía el poder político de las mayorías. 

Proaño Maya, propone una solución intermedia. Que funcione el pleno dos veces al año,  pero que el Presidente del Congreso tenga la facultad de convocar a otros periodos.

 Además que funcionen las comisiones, pero que la aprobación de las leyes o temas importantes la haga el pleno, y que estas sean solo cinco o seis como en 1978. 

El diputado añade además que el Congreso está  en la capacidad de hacer estas reformas, sin necesidad de  que se incluya el tema en la consulta popular.

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El analista Luis Eladio Proaño, considera positiva la pregunta,  pues cree que el Congreso no debe funcionar todo el año, “eso es un gasto inútil, es mejor que se restrinja el tiempo de ejercicio de los diputados, porque se ha visto que no vale la pena mantener a unos señores sesionando todo el año y que no producen”.

Mientras que el ex diputado Ricardo Noboa afirma que la sesión de plenario es una práctica superada en el mundo. “Eso lo único que hace es concentrar la fiscalización en tres meses, donde los diputados se vuelven locos por fiscalizar y escandalizar al país”.