El XI Sínodo Ordinario de obispos, el primero del pontificado de Benedicto XVI, quedó inaugurado el domingo a las 09h00 locales (07h00 GMT) con una misa solemne presidida por el Papa en la basílica de San Pedro del Vaticano.

Esta asamblea sinodal, instancia consultiva encargada de orientar al Papa sobre un tema de interés para la Iglesia católica, comenzó sin la esperada presencia de los cuatro obispos chinos invitados por Benedicto XVI.

Los prelados -tres obispos de la Iglesia católica "patriótica" bajo autoridad del gobierno chino y un representante de la Iglesia católica "clandestina" que obedece al Vaticano- no obtuvieron la autorización necesaria para viajar al Vaticano.

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El secretario general del Sínodo, el obispo croata Nicola Eterovic, declaró el sábado que el Vaticano no había recibido "ninguna respuesta oficial", ni positiva ni negativa, del gobierno de Beijing a la invitación del Papa. "Seguimos abiertos a la eventualidad de la llegada de estos obispos, que serán recibidos como hermanos", agregó.

La XI asamblea sinodal, una instancia creada por Pablo VI en 1965 a  propuesta del Concilio Vaticano II, había sido convocada por Juan Pablo II, el  predecesor de Benedicto XVI, en torno al tema de la eucaristía. Concluirá el 23 de octubre tras la adopción de "recomendaciones".

Con los cuatro chinos, el Sínodo debía contar con la presencia de 256  "padres sinodales" procedentes de 118 países, entre ellos 55 cardenales, ocho patriarcas de las iglesias católicas orientales, 82 arzobispos, 123 obispos, 36 presidentes de conferencias episcopales y 12 religiosos. De todos ellos, 177 fueron elegidos por las asambleas episcopales de sus países respectivos.

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Por otra parte, el Papa invitó a 12 iglesias ortodoxas, anglicanas y  protestantes a enviar al sínodo un representante que podrá participar en el debate con voz pero sin voto. Hasta el sábado, 10 de ellas habían respondido positivamente.

En esta asamblea dedicada a "la eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia", los "padres sinodales" debatirán sobre temas tan diversos como la liturgia, la pérdida de practicantes, la caída de las vocaciones, las relaciones con las otras confesiones cristianas (ecumenismo), la acogida de los divorciados vueltos a casar y, de forma más general, la moral cristiana.