Unos 30 negocios, entre tiendas, ferreterías, depósitos de colas, peluquerías y restaurantes hay dentro de la Penitenciaría del Litoral. Los dueños son los reos, en su mayoría extranjeros, que una vez que cumplen la condena los venden a otros compañeros.

Puede decirse que cada pabellón tiene su tienda. Algunos, como Atenuado Alto, cuentan también con restaurantes y hasta lavanderías. En el pasillo central del reclusorio se observan decenas de letreros que anuncian servicios y productos. El movimiento comercial es intenso los días de visita, sábado y domingo.

El reo colombiano Carlos Benítez tiene a cargo el negocio del pan. Posee dos locales. Luis Ramírez, oriundo de Portoviejo y quien  cumplió una condena por muerte, pero paga “las partes” por una fuga y mal comportamiento es el distribuidor de colas. Indica que negocia unas 800 jabas por semana. Entrega a crédito y cobra el domingo. “Todos pagan. Uno es conocido y manos que dan reciben”, dice.

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Los costos varían según el sitio. Por lo general, una botella de agua cuesta $ 0,40, una cola mediana $ 0,50, un litro de leche $ 1 y un huevo $ 0,10.

El venezolano Pedro Luis Urbano, de 50 años, recluido hace seis meses por tráfico de drogas, es empleado de la tienda del reo Ignacio Napa. Urbano explica que semanalmene un hombre conocido como Panadero abastece de víveres el local, ubicado en  la puerta de ingreso de Atenuado Bajo.

Los primos Manuel Naranjo Murillo y Juan Troya Naranjo, apresados hace tres años y quince meses, respectivamente, por robo, poseen una ferretería en Artesanos Independientes.

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Emanuel Dike, africano sentenciado a cuatro años por tráfico de drogas, tiene una tienda muy surtida en C Bajo. Indica que pagó $ 1.000 a un preso que cumplió su condena y dejó el local. Según él, no cancela valor alguno a los directivos de la Penitenciaría.

Otro colombiano es el dueño de una lavandería en Atenuado Alto. Ahí funciona también un restaurante que  administra el manabita Willy Vélez, sumariado por tráfico de drogas; un mexicano vende comidas rápidas, un colombiano es dueño de una pizzería. “Con esto  envió algún dinero para mis cinco hijos”,  acota Vélez.