El dolor de perder un hijo en Iraq llevó a Cindy  Sheehan, una desconocida madre, a convertirse en ícono del movimiento antiguerra  que impulsa el regreso a casa de las tropas estadounidenses.

Sheehan fue detenida junto a  unas 370 personas al colgar carteles en la reja de la Casa Blanca con nombres  de soldados o civiles muertos en Iraq. Luego se las liberó y se les dio una fecha para comparecer ante un tribunal, según la policía.

Sheehan, una californiana de 48 años que encarna el creciente movimiento  antibelicista después de que su hijo Casey, de 24 años, muriera en Iraq el 4 de  abril de 2003 en una emboscada en Sadr City, sin tener claros los motivos que  llevaron a su país a iniciar esa aventura.

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Esta mujer inspira a millones estadounidenses que se oponen a la guerra, e incluso es considerada  como una “heroína”.

“Soy una madre y me arrancaron el corazón y el alma el 4 de abril” de  2003, dijo hace poco en ante una multitud en Carolina del Norte, en una gira por el país.

La madre dolida insufló nueva vida al movimiento antiguerra en agosto cuando acampó por varias semanas frente a la hacienda del presidente George W. Bush en Crawford, Texas (sur), para reclamarle una entrevista y preguntarle sobre la causa por la que su hijo y tantos otros hijos de Estados Unidos deben  morir en Iraq.

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Pero hasta el momento, Bush se ha negado a entrevistarse con ella. Quizás  la negativa presidencial no sea una buena táctica, teniendo en cuenta el creciente rechazo de los estadounidenses a su presencia en Iraq y a la vida que  Sheehan ha dado al movimiento opositor a la guerra, logrando movilizaciones que  recordaron los años de la guerra de Vietnam.

En una gran manifestación el sábado pasado en Washington, decenas de miles de  personas asistentes viajaron desde diversos puntos de Estados Unidos para  protestar contra la presencia de su país en Iraq.