“Todas las mujeres quieren ser brujas” dice en una de sus inesperadas apariciones el papá de la protagonista en la nueva versión de La Hechizada (Bewitched) que se estrena hoy. Yo añadiría: “Para hacer desaparecer películas aburridas”. Interpretados por Michael Caine y Nicole Kidman con un estilo peculiar que caracteriza a estos magníficos actores, uno quisiera poder divertirse con ellos, pero no es así. El problema es que todo lo que se dice en esta letárgica comedia sin risas, no transmite nada de la ingenua efervescencia que uno recuerda en la serie de televisión.

Ahora resulta que tenemos que tragarnos “adaptaciones” cinematográficas de algunas series de éxito que no necesariamente funcionan en la pantalla grande. Ha habido algunos desastres, como Swat, Starsky y Hutch y ya está por llegar Duques del Peligro. Les imploro: alquilen cualquier DVD, vayan al fútbol, visiten a la suegra. Todo es mejor que aguantar insufribles fórmulas hollywodescas, donde un grupo de productores mercenarios endilgan a media humanidad su inexistente creatividad.

Lo más triste es ver a la resplandeciente Nicole Kidman prostituir su talento en una historia ridícula que nunca nos engancha. Una bruja aterriza en la tierra cada cien años y la rebelde Isabel (Kidman) inesperadamente decide hacer su vida “normal” en uno de esos paradisíacos suburbios de Los Ángeles, donde comienza sus rutinas diarias en el supermercado y en el vecindario. Se supone que ya no debe hacer sus brujerías, pero una buena bruja siempre será bruja.

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Por allí anda Jack (Will Ferrer en la peor actuación de su vida), una estrella desempleada de películas de acción que intenta reactivar su carrera en una versión de Bewitched para la televisión de ahora. Con un ego insoportable –lo que podría haber resultado divertido– él decide contratar a Isabel en el rol principal para que ninguna otra estrella lo opaque. El resultado son escenas que reinterpretan las secuencias originales frente a un auditorio que solo se ríe cuando se lo indican.

La relación de la pareja tiene algunos vericuetos y a veces parece rescatable, especialmente cuando la verdadera atracción surge entre los dos. Pero con el guión de la directora Nora Ephron el asunto es imposible. La pobre Shirley MacLaine aparece por allí como la actriz que personifica a Endora, la madre de Isabel en la nueva producción. Lo trágico es que es difícil reírnos con ella. Más bien creemos a Jack cuando hay la primera ruptura con Isabel: “¡No llores brujita!”, le dice. Podría ser un réquiem para películas como esta.