Desde que George W. Bush asumió, también creció la concentración de la riqueza en pocas manos.

Por lo general, los rostros de los pobres en Estados Unidos son tan anónimos como sus historias.

Pero el huracán Katrina ha catapultado al primer plano de la atención general la pobreza profunda que este país no ha podido resolver.

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Miles de personas viven sin documentación del gobierno ni agua potable y demasiado pobres como para poder alimentar a sus hijos.

“Esa gente abandonada en Nueva Orleans lo estaba mucho antes que la golpeara el huracán. A todos nosotros nos abandonaron”, afirma J.R. (no quiso dar su nombre completo) quien pasa sus días junto con otro centenar de personas sin recursos, refugiado en la iglesia de San Bonifacio, en San Francisco, California.

El templo parece un centro de evacuación: un banco tras otro con gente desesperada junto a sus escasas pertenencias. Pero este salón no es un refugio de emergencia ni reflejo de una situación temporal. Es un desastre crónico.

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Aunque la economía nacional se fortaleció en el 2004, la Oficina del Censo reveló que 37 millones de personas viven bajo el nivel de pobreza en EE.UU., 1’100.000 más con respecto al 2003, una constante desde el 2001.

Además, 45,8 millones de personas no tienen seguro médico; el 25% de los negros viven en la pobreza; 36 millones pasan hambre o están en riesgo de pasarlo.

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“La pobreza no es algo que ocurre de la noche a la mañana, pero ahora, tras Katrina, es como si alguien hubiese levantado una roca y se maravillara de ver lo que ha descubierto:  todos esos pobres!”, dice Reese Fayde, director de Living Cities, grupo sin fines de lucro con sede en Nueva York.

“Es frustrante”, dijo el pastor Cecil Williams, un veterano activista social que dirige la iglesia Glide Memorial de San Francisco. “Siempre habíamos estado allí”.

Pero en muchos casos la pobreza es invisible, afirmó Rosemary Cubas, que vive en uno de los barrios más pobres de Filadelfia. Agregó que en su cuadra, cuatro o cinco familias comparten departamentos de un solo dormitorio.

“No vemos a nuestros pobres porque no los dejamos dormir en bancos de las plazas ni en refugios para desamparados. Sencillamente nos apretujamos y todos están atosigados y famélicos”, agregó.

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Desde que George W. Bush asumió la presidencia, la pobreza y la concentración de riqueza en pocas manos ha ido creciendo paulatinamente.

“En el fondo de la conciencia nacional sabemos que la pobreza profunda y persistente es indigna de la promesa de nuestra nación”, dijo Bush en su discurso inaugural.

Después del devastador huracán Katrina, Bush esgrimió el mismo argumento pero esta vez puso de manifiesto las consecuencias raciales.

Para Alexander Keyssar, profesor de Historia de la Pobreza en la Universidad de Harvard, “se ha desvanecido toda impresión de optimismo o confianza de que podamos erradicar el problema”.