Si se intentara redefinir a la televisión: eso sería un reventar del mundo cada 30 minutos. Allí la memoria no cabe. Los temas entran y salen en sucesión constante.
De los escándalos de la semana pasada ya nadie se acuerda (los viajes oficiales de la Primera dama o el supuesto tráfico de influencias, por ejemplo). Pero el asunto es que las tragedias, las guerras o los conflictos siguen allí, aún sin la mirada mediática.

La mayoría de veces, la TV deja los rastros de desinformaciones, errores, daños a terceros y sin mirar atrás, tampoco los recoge y los  aclara debidamente. Nueva Orleans es un claro ejemplo. Desapareció del registro noticioso diario y la mayoría nos quedamos con la imagen de por lo menos 10.000 muertos en una tragedia que en su día se dijo era el “tsunami estadounidense”. Pero eso también resultó falso. Finalmente, los muertos en la ciudad fueron menos de 600, un poco más de 900 si se contabilizan las víctimas mortales en los tres estados. ¿Alguien en algún noticiero se encargó de aclararlo? No… ya estaban en el siguiente escándalo o en el montaje del “show” que debía ser el huracán Rita.  

‘Yo vi los muertos’
Y es que la forma en que operan los medios audiovisuales es realmente alarmante. En el caso Katrina, es un magnífico ejemplo: se pasaban las imágenes dantescas de tres cuerpos flotando en medio de los escombros y la ciudad inundada. La misma imagen se la repetía sin cesar y sobre ella los distintos presentadores anunciaban: las víctimas llegarían hasta 10.000, aunque se informó que los servicios de rescate tenían preparadas 25.000 fundas para cadáveres. Y las mismas imágenes de los tres cadáveres flotando, se repetían hasta el cansancio. “¡10.000 muertos! Es cierto, yo los ví”, dirá cualquier televidente, aún hoy que se sabe que los fallecidos no llegan ni al millar.

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¿Información certera? Eso no era lo importante ni en el Katrina ni en nada. Lo importante era encontrarle otro flanco débil al señor Bush. Ejercer la militancia y el sesgo. Lo demás, son detalles sin importancia.

Con mucha razón, hace algunos días Arcadi Espada en su blog anunciaba: “Supongo que ya debe de estar empezando a escribirse un libro veraz sobre el paso del Katrina por la ciudad de Nueva Orleans. Sus conclusiones no van a alejarse mucho de este patrón: el correcto funcionamiento de los sistemas de previsión meteorológica, la buena respuesta de las autoridades ante el desastre y la falta de solidez de algunas infraestructuras claves en una ciudad tan frágil. Tal vez el libro se refiera, asimismo, al periodismo. Están, primero, las sobrecogedoras estupideces de la prensa militante, que adjudican el Katrina al calentamiento global o al neoliberalismo. Está la innoble candidez de la prensa socialdemócrata (con el Nueva York Times al frente) que se sorprende de que en Nueva Orleans se salvaran los ricos antes que los pobres. Pero está, sobre todo, la multiplicación de la información dispersa...”.