Un grupo de investigadores médicos parece haber hallado una forma de transplante de médula ósea más segura y eficaz para el tratamiento de la leucemia y otros cánceres de la sangre, un logro que da nuevas esperanzas sobre todo a los pacientes mayores de 50 años.

Este logro de los médicos de la Universidad de Stanford volvería estos transplantes, que han mejorado drásticamente la supervivencia al cáncer en niños y adultos jóvenes, más accesibles a personas mayores, que habitualmente no muestran los mismos resultados.

También es un paso más hacia el objetivo final de este campo: que el organismo del receptor aprenda a aceptar tejidos ajenos sin tener que depender de altas dosis de medicamentos antirrechazo.

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Los científicos lo habían logrado con ratones; los investigadores de Stanford lo han extendido a seres humanos. Su estudio, financiado por los Institutos Nacionales de Salud, aparecerán el jueves en el New England Journal of Medicine.

Los especialistas dijeron que el estudio era pequeño y preliminar, pero muy prometedor.

Si funciona, podríamos hacer transplantes a muchas más personas, dijo la doctora Mary Horowitz, directora científica del Centro Internacional de Investigaciones sobre Transplantes de Sangre y Médula Osea, dependiente de la Facultad de Medicina de Wisconsin, que no participó de la investigación.

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Lo ideal es someter al paciente de leucemia o linfoma a rayos o altas dosis de quimioterapia para destruir la médula ósea cancerosa antes de recibir médula sana o células de sangre troncales de un donante. Pero muchos pacientes, sobre todo los mayores de 50 años, mueren de infecciones que no pueden rechazar antes de que la nueva médula empiece a crecer.

Para evitar este problema, el médico generalmente destruye sólo una parte de la médula original del paciente. Esto genera otros dilemas: subsisten algunas células cancerosas y la nueva médula ataca a la vieja, un enfrentamiento entre el injerto y el receptor que suele ser fatal.

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Los investigadores de Stanford inventaron una manera de condicionar al receptor para que acepte la nueva médula, desactivando la parte del sistema inmunitario del paciente que la atacaría. Usaron una combinación de dosis bajas de radiación a lo largo de dos semanas y tratamientos breves con drogas inmunosupresoras.

Sólo dos de los 37 pacientes sometidos al tratamiento experimental sufrieron el enfrentamiento entre injerto y receptor, cuando lo habitual hubiera sido que se manifestara en más de la mitad.

Un año después, 27 de los 37 seguían vivos y el cáncer estaba en remisión en 24 de ellos, resultados superiores a lo habitual. La edad promedio de los pacientes era de 52 años.

Puede curar el tumor sin la alta probabilidad de contraer el temido efecto colateral, dijo el investigador principal, doctor Samuel Strober.

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Es necesario reproducir los resultados con muestras más grandes, pero éstos son   impresionantes e   inician una nueva era en este campo, dijo el doctor Gerard Socie, especialista en transplantes de varias universidades francesas, en un editorial que acompaña la nota.