Me parece urgente hablar sobre la violencia contra los animales y el ruido. Vivo en la Alborada. Hay viviendas que tienen perros de tamaño considerable en espacios reducidísimos, incluso en una de esas casas tienen un can siberiano con una correa tan corta que apenas logra recostarse.

Conozco el esfuerzo que con poquísimos recursos llevan a cabo instituciones encargadas de cuidar la dignidad de la vida. Espero que puedan hacer algo por los animales enjaulados. De las autoridades no espero nada.

Y sobre el ruido, lo que sí es casi seguro es que al subirse a un bus, el chofer tendrá la radio con el volumen alto. No pretendo que estos señores cambien sus cuestionables gustos musicales, sino que reduzcan respetuosamente el volumen. Solo tienen que mover una perilla, no es difícil.

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Óscar Santillán Fiallo
Guayaquil