Desde hace una década el tema del centralismo comenzó a dejar de ser un tabú. Hasta inicios de los noventas el tema se evitaba. Era fácil evadirlo al no existir cifras. Todo se reducía a unos cuantos ejemplos que a algún empresario o ciudadano común le había tocado vivir. Mas, desde que el INEC publicara en varios tomos los Índices de Necesidades Básicas Insatisfechas y el manejo del gasto e inversión estatal por región, el problema dejó de ser etéreo. Fue tangible, por ello fuimos testigos de las olas de protestas que se convirtieron en proyectos de descentralización y luego de autonomía.

Una de las instituciones que más indignación causaron por su centralismo fue el IECE, con una concentración mayor al 80%. Pero un tema que no se analizó nunca a profundidad fueron las donaciones de países amigos. Tal es el caso de los recientes convenios de donación del Gobierno japonés, para mejorar la infraestructura educativa mayormente y la de salud en menor proporción. La provincia de Pichincha será beneficiara del 75% del monto total de la donación. Provincias cercanas de la Sierra recibirán otro 21%. En la Costa, solo Guayas recibirá una donación, equivalente al 4% del monto total, para el hospital Luis Vernaza, institución que recibe pacientes de todo el país. Por si esto fuera poco, la Costa, y Guayas en particular, son las que más problemas de educación tienen, con índices de escolaridad 2 años menores que los mayores beneficiados y con casi la mitad de escuelas fiscales por habitante. Si la autonomía no es discutida por el Congreso en la propuesta de consulta popular, el centralismo terminará por fragmentar al Ecuador.

Muy importante también es otro punto que tiene el Congreso en agenda, el proyecto de ley que regula el sistema financiero. Este olvida que las tres variables que más influyen en el costo del crédito son manejadas por el Estado: –Impuestos sobre las utilidades, que para la banca suman aproximadamente 45%. –Impuestos directos a las operaciones crediticias; y, –La situación económica interna producto de la inestabilidad política y del excesivo gasto público. Intenta además dirigir los créditos, convirtiendo a la banca en algo parecido a los supermercados de ciertos países, en los cuales el fabricante o vendedor del producto paga un espacio de percha, maneja desde el inventario hasta el precio, y es responsable de darle al supermercado una rentabilidad mínima establecida por metro cúbico. El inefable Estado manejaría las tasas y el uso de los recursos. ¿Cómo entonces responsabilizar a la administración de la institución financiera de sus acciones si otro está tomando decisiones estratégicas sobre las dos variables más importantes en un negocio: precio, volumen y distribución del mismo? Se dice que no existe animal más miedoso que un millón de dólares. Son las condiciones del país las que influyen en el direccionamiento del crédito, su costo, y la cantidad de capital que queda repatriado. La ley es antilibertaria. Sería como pedirle a los ciudadanos, políticos incluidos, que depositen el 75% de su patrimonio en bancos locales, trayéndolos del exterior. Es un proyecto peligroso para la salud del sistema financiero. Es muy peligroso el centralismo para la unidad del país. Días importantes se vivirán en el Congreso.