La pobreza, la falta de estímulos y la burocracia educativa impiden que los estudiantes refugiados colombianos obtengan el documento que les permita pasar al siguiente grado.

El mayor problema se da en los jóvenes que han concluido la primaria en Colombia y tienen que  acceder al nivel medio en el Ecuador.

Un caso de ellos es Jenny (nombre protegido), de 13 años y estudiante del noveno curso de básica del colegio nacional vespertino Carlomagno. Ella cuenta que después de dos años de pasar varios inconvenientes pudo conseguir entrar al colegio.

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Antes de llegar al país vivía en Colombia, en la localidad Hormidían,Putumayo, de donde huyó con su familia a causa del conflicto armado en su país.

Llegó hace dos años a Santo Domingo de Los Colorados. Recuerda que creía que en ese sitio podría continuar sin contratiempos sus estudios, pero no le ha sido fácil.

“Había terminado la educación primaria en mi país y aquí me querían hacer repetir un año para poder ingresar al nivel medio. El rector del colegio me ayudó y me recibieron aun cuando no tenía los papeles”, indicó la estudiante.

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Según ella, tuvo que acudir a la Dirección Cantonal de Educación  y a la Dirección Nacional de Educación Regular y Especial del Ministerio de Educación, ubicada en Quito.

“No teníamos dinero para ir y venir de Santo Domingo a Quito. Mi padre, que muchas veces no tenía trabajo, apenas nos daba para el pasaje y algo para el trámite. En Quito muchas veces no probábamos bocado alguno y así regresábamos sin conseguir los papeles“, recordó la joven.

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Otro de los casos es el de un estudiante de 13 años que llegó hace dos  al país  huyendo de la violencia en Colombia.

 Contó que las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) los habían amenazado de muerte. “Mi papá transportaba militares en ese sector y como una advertencia le quemaron la camioneta”.

Tuvieron que huir con apenas ciertos documentos y una  mochila con ropa.
Dice que los papeles para ingresar al colegio los consiguió con muchas dificultades en Quito.

Efraín Hernández, rector del colegio Carlomagno, dijo que los trámites para obtener los papeles y acceder a la instrucción secundaria es un sufrimiento para los jóvenes  refugiados.

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“Entre tanto, nosotros no podíamos por ningún motivo negarle su ingreso al plantel. Lo establece el convenio internacional Andrés Bello y más bien les dimos el tiempo que requirieron para que puedan matricularse, a tal punto que han demorado dos años”, anotó el educador.

Según comenta él, ojalá hubiera alguna entidad o fundación que prestara ayuda a los estudiantes refugiados, ya que muchos de ellos son muy pobres como para realizar los trámites.