Unas cinco horas debieron esperar la mañana de ayer alrededor de mil personas para  ingresar a la Penitenciaría y visitar a sus parientes. “Queremos entrar, queremos entrar”, gritaban, especialmente las mujeres.

La muerte de cinco presos en el  penal hizo que el acceso se autorice recién a las 11h30, luego del levantamiento de los cuerpos.

En su desesperación por acceder, una decena de personas, especialmente ancianos y niños, sufrieron leves contusiones por los empujones. Una veintena de policías intentó, sin éxito, ordenar a los familiares.

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Una hora antes, la Policía apresó fuera de la Penitenciaría a un guía ebrio, identificado solo como Mosquerita. Liliana Navarrete, quien dijo ser esposa de un reo, acusó al detenido de cobrar por permitir visitas.