El problema financiero de Petroecuador, sin embargo, es mucho más complejo. No es posible ignorar la gravísima corrupción que existe en su interior, la falta de criterios técnicos en diferentes niveles y, sobre todo, las enormes presiones políticas que se ejercen cuando se adopta cualquier resolución, por insignificante que parezca.

En la coyuntura actual, los dos problemas financieros más graves de la empresa petrolera son el alza de los costos de los combustibles que importa, comparado con su precio de venta, en muchos casos inferior; y el incumplimiento de las empresas proveedoras de energía eléctrica, que sencillamente no pagan el combustible que reciben. No cualquier esquema de autonomía que se adopte resolverá automáticamente ambos problemas. Incluso podría ocurrir que estos se agraven.

La conclusión es obvia: autonomía financiera sí, pero solo en la medida en que esté atada a condicionamientos muy estrictos que hagan que la empresa se vuelva eficiente en sus ingresos y gastos. Aguardaremos para conocer la postura oficial al respecto.