Sería bueno que la autoridad competente supervisara la cantidad de vallas que hay en Guayaquil, así como sus espacios, contenidos –en la mayoría de estos intervienen el sexo, la sensualidad, discriminación de todo tipo–, y sería mejor aún que las agencias revisaran la ortografía de sus anuncios.

Un ejemplo de esto lo podemos apreciar en una valla ubicada en una avenida de la ciudadela Alborada, que dice: “¿‘Olvidastes’ el cumpleaños de tu mamá?”.

¡Por favor, sean más cuidadosos! –(la palabra correcta es olvidaste)–, ya que si contaminan esa ciudad visualmente con tanta publicidad, por lo menos no continúen manteniendo a la gente en la ignorancia.

Publicidad

Alexi Zulay Torres Arreaga
Yaguachi

Entiendo que la publicidad tiene como intención influenciar en las personas, animándolas a seguir o modificar sus hábitos de conducta. Si es así, las propagandas de televisión podrían constituir parámetros por imitar.

En las propagandas de cigarrillos y de alcohol se ofrece cierto “placer”, aunque se advierte al público sobre los peligros a la salud del consumo de dichos productos. En las propagandas de alimentos procesados se da a entender que su consumo “otorga” energía, vitaminas, al consumidor; en ciertas propagandas de galletas se ve la violencia animal a un ave enjaulada, que es fuertemente empujada y arrojada a un lado de la jaula; la intención del creador de dichos comerciales fue hacer algo diferente, pero a él no le gustaría que lo encerraran y le tiraran encima un bulto. El mensaje da a entender que el encierro y maltrato animal es algo normal, divertido, que la vida silvestre no merece respeto.

Publicidad

Los adultos tenemos capacidad para discernir entre lo que se debe y no se debe imitar, pero los niños y jóvenes son fácilmente influenciables; siendo exagerado, recordaré que ellos manejarán el país cuando no estemos, y prefiero pensar que el mañana será uno con gente preocupada por el ambiente, y no con gente que ande pegando a los animales.

Ab. José Pesantes Saona
Guayaquil

Publicidad

Hay que aprender a distinguir entre lo que es propaganda y publicidad, para saber de qué manera influye el lenguaje publicitario; y aunque ambas comparten muchos rasgos, especialmente el predominio de la función conativa en sus textos, son diferentes en su finalidad.

La propaganda es de contenido político, social o religioso, mientras que la publicidad tiene siempre un carácter comercial. Nos hallamos permanentemente rodeados de mensajes publicitarios. Fabricantes, empresas de servicios, instituciones públicas y privadas, utilizan carteles, prensa, radio, televisión, cine, web, y cuantos medios tienen a su alcance. A través de la publicidad se nos puede iniciar a la compra de artículos, realizar consumo, o exhortar a que participemos en elecciones o conduzcamos con prudencia para evitar accidentes.
Se trata siempre de influir sobre el comportamiento del receptor. El mensaje publicitario no informa objetivamente las características de un producto, sino que intenta venderlo rodeándolo de connotaciones que hagan deseable su adquisición; y para eso se asocia el artículo a imágenes y palabras seleccionadas por su capacidad de sugerir valores como el éxito, la feminidad, libertad...

Verónica Mejía Reinoso
Guayaquil