El apoyo dado por la Izquierda Democrática al presidente Palacio así como la participación de destacados afiliados de dicha agrupación en la gestión del actual Gobierno, ha dado lugar a que se discuta y critique el contexto de la colaboración política, la extensión real de la participación en un régimen determinado así como el significado verdadero de un cogobierno.

Debe señalarse que, por diversas razones, los partidos políticos en el Ecuador han sido muy cautos o mejor dicho, lo suficientemente esquivos al admitir una colaboración con  un régimen determinado.

En muchísimas ocasiones y pese a que ha sido notorio el grado de participación y aún más evidente el manejo de influencias en el interior de un gobierno, los partidos generalmente han rehusado asumir el rol de colaboración como una posibilidad activa en el ejercicio político, sea por el simple cálculo, sea porque siempre resultará más cómodo evitar un probable desgaste, dando la impresión de que no hay relación alguna con el gobierno de turno, cuando en la realidad las presiones y los lazos desbordan cualquier expectativa.

Hay, por supuesto, una línea muy sensible en este tema que no se aclara lo suficiente, ya que en ocasiones las agrupaciones partidistas no tienen afiliados o seguidores colaborando activamente en la gestión gubernamental, pero mantienen la posibilidad abierta de influir en las decisiones de un régimen; ese escenario, ¿permite hablar de colaboración o más bien de un efectivo manejo de influencias?
En alguna ocasión, se señalaba que más réditos otorga a una agrupación el mantener ciertos espacios de poder, antes que la decidida participación en un régimen cualquiera. Quizás por eso deben comprenderse las razones por las cuales el apoyo abierto a un gobierno es advertido como un verdadero acto de torpeza, cuando son tantas cosas las que se consiguen con cierta dosis de sutileza.

En este sentido, me parece positiva la decisión de la Izquierda Democrática de apoyar de forma pública la gestión del presidente Palacio, más allá del riesgo político que eso puede conllevar. Se discute adicionalmente si dicho apoyo debería ser literalmente entendido como un cogobierno, pero me parece que esa es una interpretación extensiva de los hechos, toda vez que para que exista un cogobierno, deben darse condiciones políticas que fijen una participación conjunta de dos o más agrupaciones en el manejo de un gobierno, en toda su amplitud y estructura, y dudo que eso se esté dando, más allá de que se sugiera que el permitir que afiliados a un partido sean ministros de Estado, es inevitablemente una forma de cogobernar. Y si ese fuese el caso, ¿cuál es el reproche?