Los primeros evacuados de Nueva Orleans por el huracán Katrina comienzan a regresar hoy a algunos distritos de la ciudad en los que, poco a poco, irán sustituyendo a las tropas militares.

Este fin de semana se inicia el regreso de los comerciantes del histórico Barrio Francés y otras tres zonas del núcleo urbano de Nueva Orleans para que puedan acondicionar sus establecimientos antes de la llegada de los residentes, que tendrán que esperar a la próxima semana para volver a sus casas, o a lo que quede de ellas.

La vuelta será escalonada y por distritos postales, y habrá controles de seguridad para comprobar la identidad de los residentes.

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Paralelamente, y tal como anunció este viernes el Pentágono, se iniciará la retirada de las tropas militares regulares que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, envió a la ciudad y a otros lugares de la región devastada por el huracán el pasado día 3 para que ayudasen en las tareas de rescate y reconstrucción.

Concretamente, el Departamento de Defensa planea el regreso de unos 4.700 militares, procedentes de distintos cuerpos, en los próximos días.

Otros 2.500 soldados permanecerán en la región durante un periodo que no ha sido especificado, a los que se sumarán nuevos grupos para labores especializadas, según fuentes del Departamento de Defensa.

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Las tropas de la Guardia Nacional, que son las más numerosas en todo el área arrasada por Katrina y que están bajo el control de los gobernadores de los respectivos estados, se quedarán durante más tiempo. No obstante, el inicio de la retirada de militares es una señal más de que se está avanzando y de que, pese a que todavía persisten serios problemas, la situación comienza a estar bajo control.

Una de las cuestiones más preocupantes para el Gobierno son los miles de evacuados que permanecen en refugios temporales de los estados afectados y también de otros.

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El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano anunció ayer que unas 34.000 viviendas públicas repartidas por todo el país están a su disposición, aunque es una cifra insuficiente para los miles de evacuados que, textualmente, tienen que empezar de cero.

Queda mucho por hacer y la gran cuestión ahora es cómo se va a pagar el gran proyecto de reconstrucción que ha prometido Bush para dejar la zona, no como estaba antes, sino incluso mucho mejor.

"Cueste lo que cueste", el proyecto saldrá adelante, aseguró el presidente en respuesta a las primeras voces de alarma de congresistas y expertos que calculan que la factura de Katrina podría superar los 200.000 millones de dólares, cantidad que sobrepasa el coste de la guerra en Iraq.

La Casa Blanca y el Congreso ya han dado el visto bueno a un paquete de ayuda por valor de 62.300 millones de dólares de fondos federales de emergencia. Pero todos están de acuerdo en que no será suficiente teniendo en cuenta lo que queda pendiente: reconstrucción de carreteras, puentes, colegios, servicios médicos, otras infraestructuras y ayudas de todo tipo a los desplazados para que puedan rehacer sus vidas.

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Muchos políticos tienen muy claro que quienes van a pagar todo esto, de una manera u otra, son las próximas generaciones, porque los gastos se añadirán a la deuda nacional.

"Cada dólar que gastamos en esto, es un dólar que significa que vamos a tardar un poco más en equilibrar el presupuesto", según el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Dennis Hastert.

Además de la arcas federales, Katrina también tendrá un coste millonario para otros sectores económicos, como las aseguradoras o las aerolíneas.

Bush ha dicho que habrá que eliminar gastos innecesarios pero, afortunadamente para los contribuyentes, de momento no se plantea una subida de impuestos.

El responsable del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, Al Hubbard, rechazó en unas declaraciones a la prensa esa posibilidad, al asegurar que "lo último que necesitamos hacer ahora es subir impuestos y retrasar el crecimiento económico".