Tres jóvenes peruanos de ascendencia japonesa se han lanzado a la escena musical nipona con un disco de reggaetón cantado en “japoñol”, una fusión de dos idiomas para mantener la identidad latina en una cultura diametralmente opuesta.

El título del disco que salió ayer a la venta en Japón lleva el nombre del grupo, Los Kalibres, y su primer sencillo es Dekasegi (inmigrante), un himno a los miles de sudamericanos que desde hace dos décadas buscan en el archipiélago un futuro parecido al de sus antepasados nipones.

“En Japón Nihon kasegue (donde te ganas la vida) hermano regresamos al país o nos quedamos caros carros como los del chacho (patrón de la empresa) claro”, dice el tema con el que quieren conquistar el mercado discográfico.

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Fernando Manuel Yrey, el Nando, de 25 años, Orlando Salvador Nakaya, Lando, y Daniel Alonso Salvador Nakaya, de 24 años, forman parte de la segunda generación dekasegi, inmigrantes económicos que llegaron adolescentes o niños y hoy dominan ambos idiomas.

Aseguran que mantienen el castellano vivo a través de chateo por internet con sus amigos en Perú.

Ahora sueñan con hacerse un sitio entre la música japonesa de la mano del reggaetón, cuya llegada a las islas habían anticipado. “Los japoneses quieren aprender español y todo el país ya canta La gasolina, de Daddy Yankee. Se escucha más porque es más fácil que la salsa ya que uno lo baila como quiere”, afirma el Nando.

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Los rasgos de los autores son orientales y su forma de vestir mezcla la moda ancha del hip-hop y el colorido tropical, con camisetas y vaqueros de estudiantes.

Para sus creaciones musicales afirman beber de los discos de sus padres, Rafael, Nino Bravo, José Feliciano y la salsa clásica de Celia Cruz y la Sonora Matancera.

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Los amigos de Perú les informan sobre la situación política y les preguntan cuando van a componer el “reggaetón” del chino para el regreso de (el ex presidente peruano Alberto) Fujimori. “No queremos que nos tiren huevos”, afirma el Nando en medio de las risotadas generales.