¡Santa palabra!, decía mi abuela cuando le anunciaban que estaba servida la mesa. Es la misma expresión que produjo en mí la noticia aparecida en un diario de la ciudad, que decía: ‘Plan Más Libros entregó certificados de capacitación a 3.500 maestros’. Es la noticia más gratificante que he recibido después de la acción de los “forajidos”. Por tanto, me permito sugerir que la culminación ideal de este esfuerzo, sería que estos educadores pudieran ser utilizados como multiplicadores de la capacitación que recibieron. De esa forma el resultado final se aceleraría, pues la excelente herramienta didáctica proporcionada por la Municipalidad sería rápidamente generalizada y utilizada.

Un alcalde que plantea propuestas concretas y asume desafíos; un presupuesto municipal que cumple su cometido en la función social, acertadamente invertido, y aplicado con sentido cívico al desarrollo de la comunidad… Son el camino. Si a esto agregamos la experiencia y conocimientos de la concejal comisionada de educación del cantón, los guayaquileños podemos decir ¡eureka! Una profunda transformación de la enseñanza ha comenzado en nuestra ciudad.

A esto hay un elemento más que agregarle: la Comisión Autonómica de la Junta Cívica de Guayaquil (JCG) solicitó al Archivo Histórico diseñar un texto para el área de las Ciencias Sociales. El proyecto terminado se llama ‘Estudios Sociales para una nueva ciudadanía guayaquileña’. Una vez entregado, la JCG gestionó y obtuvo la aprobación y el financiamiento municipal. Haber abierto tan vital frente es una gestión trascendental del Alcalde. Pues demuestra que tiene muy clara la necesidad de revolucionar la educación y formación de la juventud, paralelamente a la gran regeneración urbana emprendida.

El recorrido es largo, pero posible. Hay que considerar que Guayas, entre urbanos y rurales, tiene aproximadamente 18.000 profesores. De estos, 9.200 son maestros fiscales y la diferencia actúa en planteles particulares. Si nos atenemos a esta simpleza, podríamos decir que en tres periodos de capacitación, los educadores fiscales estarían listos para utilizar como herramientas para la enseñanza básica, los textos obsequiados por iniciativa municipal.

Sin embargo, hay un abismo que salvar, en cuya gestión estamos obligados a intervenir también, tanto el Consejo Provincial del Guayas como la sociedad civil guayaquileña. Pues la población de la provincia en edad escolar es aproximadamente de 1’250.000 individuos. De los cuales el 30%, que mayoritariamente es rural, no accede a la educación, o por deserción o porque debe trabajar para completar el ingreso familiar.

Si este porcentaje de espanto se aproxima a la realidad, tenemos una dramática situación en nuestra querida Guayas. Serían casi 400.000 niños y jóvenes en edad escolar quienes no alcanzarían siquiera una enseñanza elemental.

Frente a esta realidad social y cultural no caben debates ni malquerencias ideológicas y políticas, sino una posición cívica. Despojarse de pequeñeces y apoyar la propuesta de cambio, por lo menos en el aspecto educativo, venga de quien viniere, porque contribuirá a que Guayaquil no solo sea más ciudad sino que hayan en ella ciudadanos mejor formados.

Aquí es donde todos tenemos que arrimar el hombro, especialmente las élites que disponen de vínculos y recursos económicos para contribuir a eliminar la deficiente educación, no solo entre los desposeídos sino en los altos estratos sociales.