La intensidad con que se vive el fútbol en Sudamérica es única, a tal punto que esta zona se ha convertido en una permanente fábrica de los mejores jugadores, a criterio de Emilio Butragueño, vicepresidente y director general deportivo del Real Madrid.

Después de dar una breve introducción al contexto sudamericano en el ámbito futbolítico, Butragueño habló esta mañana en Citynoticias (89.3 FM de Guayaquil) del Real Madrid, uno de los equipos con más fama en el mundo, no solo por sus jugadores, sino también por su estructura y forma de operar.

Fútbol no es solo cancha, arco, pelota y jugadores. Es más que eso. Al menos así lo entienden quienes están atrás del Real Madrid, sobre todo en las dos últimas décadas. Butragueño, que dejó de jugar en este equipo español en 1984, recuerda que antes el cuadro no tenía el departamento de mercadeo con que cuenta ahora y que está pendiente de los derechos de los productos que tiene el equipo. Por ello, sumado a las glorias que han alcanzado en incontables encuentros, hoy el deportista no se arrepiente de sumarse a los directivos del plantel.

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Luego de retirarse como futbolista profesional, pasó un tiempo antes de que volviera al Real Madrid. Durante esa temporada viajó a Estados Unidos y trabajó como asesor del secretario de Estado para el Deporte de España.

La obligatoriedad de ganar que tiene el Real Madrid obedece a la hinchada, a sus seguidores, "que no entienden eso de quedar segundo, porque así se los ha acostumbrado", asegura el dirigente, quien añade que esa es la razón por la que están obligados a tener de manera permanente un fútbol de gran nivel, lo que demanda, por ende, deportistas competitivos. Por eso es que el club invierte la mayor parte del dinero que gana, en la adquisición de grandes jugadores.

Cuando a Butragueño se le pregunta si el Real Madrid es el equipo más poderoso del mundo, dice que hay que ser cautos y humildes, y prefiere no responder la pregunta. Señaló que la historia de este equipo viene marcada por ese espíritu de sacrificio y de superación que trajo Alfredo di Estéfano, presidente de Honor del equipo español.