Después de Estados Unidos, Francia y Japón, Mickey  Mouse se dispone a conquistar China al inaugurar hoy en Hong Kong  un quinto Disneylandia, más pequeño, pero que abre un puente a las ambiciones  de la sociedad estadounidense en el país más poblado del mundo.

En la más pura tradición Disney, el último “mundo mágico” se inauguró luego de tres días de festividades con fuegos artificiales, espectáculos al  estilo norteamericano y la presencia de celebridades.

El vicepresidente chino Zeng Qinghong se desplazó desde Beijing y el jefe  del ejecutivo de Hong Kong, Donald Tsang, también asistió.

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Se trata de un gran acontecimiento para la antigua colonia británica, que  quiere salir de su imagen estereotipada de “capital de las compras” para atraer  a más turistas, pero también para China, ansiosa de abrirse al mundo.

Porque en esta región del planeta, Mickey es más que bienvenido, nada que  ver con la viva polémica suscitada en 1992 con la apertura de Euro Disney en  Francia, hoy llamado Disneylandia París.

En la Hong Kong liberal y norteamericanizada, y también en la China  comunista, son raras las voces que denuncian lo que algunos  franceses calificaron de “invasión estadounidense”.

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Los 15.000 billetes para la  apertura desaparecieron como por arte de magia, mientras las calles de Hong  Kong están tapizadas de paneles publicitarios y los comercios compiten en  trajes y accesorios del famoso ratón.

Las reacciones hostiles a la llegada del nuevo “mundo mágico” tampoco han  estado ausentes, de mano de los defensores de animales o de sindicalistas que  critican la “explotación” de trabajadores chinos por subcontratistas.

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Sin embargo, estas quejas no han conseguido empañar la fiesta,  que coincide con los 50 años de inauguración del primer  Disney en California.

Desde entonces, más de 500 millones de personas han visitado las cuatro  instalaciones de Walt Disney en el mundo: California (oeste de EE.UU., abierto en 1955), Florida (este de EE.UU., 1971), Tokio (1983)  y París (1992).

En comparación con los cuatro parques, el de Hong Kong es mucho  más  pequeño, ya que apenas cubre 126 hectáreas, frente a las 1.950 de Francia y o  las más de 11.000 de Florida.

Aunque la estética del Disney hongkonés es típicamente  estadounidense, para no herir la sensibilidad local ha adoptado las inevitables  características chinas: la fuente central para drenar “la energía vital”, la  sopa con fideos y los cuartos de baño turcos.

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