Mala fortuna del término “periodismo de investigación”. Sus interpretaciones no pueden ser más opuestas.
Unos lo ven como “el llegar hasta las raíces de los hechos, comprobándolos mediante documentación y fuentes vivas”. Para otros no es más que presentar en pantalla las denuncias sobre violaciones a reinas de belleza, la utilización de cámaras ocultas y escandalizar con casos como el recordado “chupacabras”.

La primera es periodismo, la segunda un subgénero de telebasura. Pero una y otra se dan el mismo nombre.
De ahí que expertos como la profesora de periodismo española Concha Mateos, diga algo que es obvio, pero que en las actuales circunstancias es revelador: “Todo lo que hace un periodista no es Periodismo. La información que no trata sobre lo que contribuye o concierne al conocimiento y al desarrollo humano es telebasura”.

Desgraciadamente, nuestra televisión está llena de telebasura que pasa como “periodismo de investigación”.
Gustavo Gorriti, reconocido periodista peruano, actualmente director asociado del diario La Prensa de Panamá, señala algo muy importante: el periodismo de investigación es simplemente periodismo que ha tenido (a veces) más tiempo para aplicar técnicas específicas de averiguación respecto a temas o realidades que se resisten a ser revelados. Sus principios son los de toda disciplina de investigación, desde la epidemiología a la paleontología.

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Esto nos introduce a un tema de fondo: “todo periodismo supone investigación. Periodista que no investiga no es periodista. El periodista le debe a su público el relato de la verdad de los hechos. Tal cual fueron y no tal cual dicen que fueron. Todo periodista debe ir más allá de la versión para aproximarse cuanto sea posible a la realidad”. A veces en los noticieros de TV se hace periodismo y se investiga. Existen muchas muestras de eso en ‘Día a día’ y unas pocas en ‘La TV’ de la familia Ehlers. Lo demás es “denunciología”, ligereza, mala leche, versionismo o la desinformación pura y dura. Esto es, en realidad, el gran drama de la televisión.

Pero no solo de nuestra TV. La tendencia, desgraciadamente, es mundial. En España hace poco se editó un texto muy interesante llamado Telebasura y periodismo: se deslizan las fronteras, donde se analiza el fenómeno de los programas que se autodenominan de “investigación periodística”. El intelectual Fernando Bellón comenta del llamado “periodismo de investigación” que últimamente ha entrado en los medios audiovisuales: “dudo que sea periodismo, pero no es de investigación ni por asomo. O se basa en acuerdos que bordean lo fraudulento con los protagonistas, o son montajes de una parte interesada poco o nada visible”.

El mismo Geovanny Sartori, en su ya clásico Hommo Videns cuenta algo por demás interesante: “Disponemos de experimentos que confirman que en televisión las mentiras se venden mejor. En Inglaterra un comentarista famoso dio en el Daily Telegraph, en la radio y en la televisi?43;n, dos versiones de sus películas favoritas, una verdadera y otra descaradamente falsa. Un grupo de 40 mil personas –telespectadores, oyentes y lectores– respondió a la pregunta de en cuál de las dos entrevistas decía la verdad.
Los más sagaces para descubrir las mentiras fueron los oyentes de la radio (más del 73 por ciento), mi?entras que solo el 52 por ciento de los telespectadores las descubrieron. Y este resultado parece plausible. Yo lo interpretaría así: el videodependiente tiene menos sentido crítico que quien es aún un animal simbólico adiestrado en la utilización de símbolos abstractos. Al perder la capacidad de abstracción perdemos también la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso”.

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Absolutamente inquietante, pero cierto. Para no ir a la casa del vecino, tenemos que en el Ecuador, el mal llamado periodismo de investigación (televisivo) llegó por vía de los programas sensacionalistas de las cadenas “hispanas” (¡qué término más odioso!, ¿no les parece?) tipo ‘Primer impacto’. Solo recordemos a quienes en algún artículo Simón Espinosa llamó “los Josés”, con sus espacios donde corrían detrás de la Policía en varios operativos o abusaban de la cámara escondida. Y, por supuesto, cómo olvidar a ‘Dentro y fuera’, conducido por el destituido diputado Vicente Olmedo y su esposa, Maricarmen Ramírez.

Bueno, ahora uno de los “Josés” es Secretario de Comunicación. Todo un símbolo de los alcances de la telebasura. Aunque, vale la pena reconocerlo, José Toledo en sus últimas incursiones (‘Hora Uno’) pulió en algo el sensacionalismo encubierto como periodismo de investigación.

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“El sensacionalismo es la reducción de la verdad de un hecho a sus aspectos más sensacionales. Es decir: se trata de una verdad a medias”, dice el maestro Javier Darío Restrepo. Parafraseando el lema de ‘Gran Hermano’; eso, ¿no es la televisión misma?

Hoy Gamavisión estrenará un nuevo programa que se autoproclama como de investigación periodística, su nombre ‘El cuarto poder’. Sus promocionales indican que se trata de un espacio más en la línea de la denuncia y el sensacionalismo. Porque se debe aclarar algo: la denuncia no es lo mismo que periodismo investigativo.
El primero se queda en publicar una información proporcionada por alguien, filtrada por alguna institución, escuchada subrepticiamente u obtenida por cualquier vía, no comprueba los hechos y no toma en cuenta la parte aludida.

Los televidentes cruzamos los dedos para que el nuevo programa de Gamavisión (opacado por ‘La noche del 10’) no sea así y realmente se abra un programa para el verdadero periodismo de investigación.

En este momento el único espacio que apunta en ese sentido es ‘30 Minutos Plus’ de Teleamazonas. Por lo menos si se atiende a la seriedad y el rigor con los cuales trata cada tema. No obstante, su horario, solitario en el “late night” (como llaman los estadounidenses a esa parrilla), hace que tenga menos impacto de lo que merece.

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Aunque ‘30 minutos’ es periodismo de profundidad, pero tampoco cumple la premisa que alguna vez le escuché a Daniel Santoro, el periodista argentino que descubrió la venta de armas del gobierno de Menem a Ecuador y Croacia:  “Periodismo de investigación es aquel que revela algo que a algún poderoso le interesa ocultar”.

Entonces, “periodismo de investigación” sigue siendo otro de los temas pendientes de la televisión ecuatoriana.

El término periodismo de investigación aplicado a la televisión tiene una doble vertiente. La primera designa a un periodismo de profundidad y rigor, cuya ausencia es notable con excepción de lo que se hace en 30 minutos , conducido por Janeth Hinostroza. El segundo no es más que un subgénero de la llamada "telebasura", cuyas armas son el sensacionalismo y la denuncia poco sustentada. Esta clase de programas tiene su inspiración en espacios de la TV latina de EE.UU. como Primer impacto y la última muestra fue Hora Uno , conducido por el actual secretario de Comunicación, José Toledo.